Cocido
Metafísica del Cocidito madrileño. El símbolo y la esencia.
En su afán de universalizar
Madrid, partiendo de su centralidad inamovible, Doña Ayuso habla de Comida a la
Madrileña o algo así, que es como si quisiera inventar la pólvora hace siglos
inventada. La comida madrileña es el cocido madrileño, no hay vuelta de hoja.
Pero eso no quiere decir que Madrid sea
el centro de todas las cosas ni el cocido que suena a pueblo llano, el plato
preferido no lo sé, de doña Ayuso, presidenta de la Comunidad por vaya usted a
saber qué ignotos designios de una democracia putrefacta que la eligió. Hay que
respetar las urnas, pues aún quedan algunos convencidos de que el destino de
las mismas no es su destrucción. Todavía hay clases, o sea. Cocidito Madrileño
es una canción que cantaba me parece recordar Pepe Blanco, Cocidito
Madrileño del ayer y del mañana, que me sabe a yerbabuena etecé. El cocido
madrileño tiene fama universal, pero no es superior ni mucho menos al cocido de
las aldeas de Castilla, de las que creo ha copiado, plato de lujo los días de
fiesta y los domingos preferentemente. También
lo era el dia de la gran fiesta de la santa patrona o el patrón de cada pueblo,
un cocido especial al que me parece se
añadía un trozo de jamón.
El cocido, con su sopa y su berza
o repollo, que a mí me daba asco sólo el olor. En mi aldea de Torre de los Molinos, también se le llamaba PUCHERO, un recipiente de barro que se ponía a la lumbre, nombrando el continente por el contenido. Plato de invierno por su riqueza
en calorías para combatir el frio. Pero también plato de verano para reponer
las fuerzas gastadas en la siega y recolección. En Madrid, que yo recuerde,
antes de que mi santa me pusiera a
régimen, no se hace cocido y si se hace, es sin tocino y sin chorizo, que ni es
cocido ni es nada. El cocido más famoso es el de Lhardy, lugar que fue picadero
de reyes y de nobles, cocido solo igualado por Zalacatín que enaltecieron y
probaron intelectuales ilustrados. El cocido de Lhardy lleva o
llevaba caña de hueso como especial distintivo, un manjar, además del consabido
repollo. También el de la Bola o el del Horno de Santa Teresa, restaurantes
afamados, son dignos de mención; mas, para
qué andarse con tiquismiquis, cualquiera taberna de mediopelo en Madrid puede ofrecer
un cocido suculento. Ninguno sin embargo como el que preparaba mi madre,
guisandera muy apreciada en toda la provincia, pero que solo guisaba para casa.
El cocido, doña Ayuso, lleva garbanzos puestos a remojar en cazuela de barro de
Pereruela la noche anterior, con un puñado de sal gorda; verduras, carne de
pollo o de gallina y no infrecuentemente cecina de vaca y un poco de ternera
fresca. El cocido que se precie lleva una pelota, amasijo de miga de pan,
harina, perejil y ajos, pelota que en mi aldea mi aldea de Palencia se llamaba relleno.
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