Doña GLORIA, MAESTRAESCUELA. En
homenaje a todos los maestros de Espaá
Tiempos de aflicción, que no nos
harán mejores. Mi confianza en el ser humano, que nunca fue inenarrable, ha ido
disminuyendo. Conservo, sin embargo, cierta lealtad a unos principios, que me inculcaron mis padres y
que me llevaron primero al Seminario y luego, colgada la sotana, al Partido
Comunista. Lo del Seminario fue cosa de doña Gloria Blanco que me consideraba
muy listo y con afición al estudio. Ella
se empeñó en que mi destino no fuera el de destripar terrones en el
pueblo. ¡Doña Gloria! Era coja y de
carácter bondadoso lo cual no impedía que ejerciera una disciplina a
veces rayana en la dureza, si consideraba que la conducta de los chavales
menoscababa su autoridad y les distraía del estudio, la enciclopedia Alvarez
compendio resumido de todos los saberes. No abusaba de los castigos corporales,
pero tampoco se retraía si los consideraba necesarios. Por ejemplo, hacer
novillos y faltar a clase sin justificación, suponía delatarte a los padres que
te castigaban sin merienda y cosas peores. El castigo más duro, pero no
frecuente, dentro de la escuela, una escuela
mixta de apenas 30 alumnos, era ponerte de rodillas, de cara a la
pared, con los brazos en cruz cargados
de libros. Las chicas, malvadas, cuchicheaban entre sí aventurando en qué momento los libros se te caerían de las manos vencidas. Castigo
extremo por algo gordo , Las chicas eran
perversas. Pero a ellas a lo más duro que les castigaba era encerrarlas en el
cuarto del carbón, un cuarto sucio y oscuro, si se enteraba de que habían hecho
algo malo..
Doña Gloria estaba casada con
Paco Caballero que era el jefe municipal del Movimiento, enfrentado siempre, me
parece recordar, con el jefe provincial.
Uno de los castigos más frecuentes en otras escuelas de los pueblos de
alrededor, era al parecer, golpearte las uñas juntas y mirando al cielo, con una regla. A ver, cierra las uñas, y zas reglazo que te
hacía ver las estrellas, decían. Y mis hermanos Elisa, Arturo, Jose Maria,
Concha, (otra hermana muy guapa, Mercedes,
de apenas 25 años, murió de ignoro qué mal que se la llevó en pocos
meses) también vieron con
buenos ojos que el pequeño, en vez de a cavar, se dedicara a los estudios mientras ellos
apechaban con las faenas del campo sostén de la familia. La muerte de Mercedes
fue un golpe del que creo mi madre nunca se repuso.
Lo que yo quería, y quiero
decir, es que esta prueba, la
peste, no nos hará mejores. Y pese a
todo, la historia seguirá. Historia, magistra vitae. Pero una
maestraescuela siempre habrá de ser no menos eficaz que doña Gloria, la maestra
de mi aldea, a la que debo buena parte de lo que soy, si es que
soy algo. Es terrible escuchar las noticias de muertos e infectados por
el coronavirus. Es terrible todo lo que está ocurriendo y lo que queda por
suceder. Peor que una guerra, que ya está mostrando sus efectos devastadores. Y
pese a todo, no deja de sorprender cómo la vida se manifiesta en un niño de apenas ocho meses, que me visita casi a
diario, cómo este cambia y se
renueva, no a cada día, sino a cada
hora a cada minuto; indiferente a todo lo que ocurre de puertas para afuera.
Crece y crece como el niño al que Miguel Hernández dedicó las Nanas de la
cebolla, pero mejor alimentado; “no sepas lo que pasa ni lo que ocurre”. De momento yo me
contentaría con que a través de este post doña Gloria, en Santomera o donde
esté, o cualquiera que la conozca, sepan que la estoy buscando. Estoy
concluyendo mis MEMORIAS en las cuales doña Gloria Blanco tiene lugar
importante y quiero consultarle alguna cosa.
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