La Soledad, de San Lorenzo.
Sábado. Hablo con Salvador
Távora. Minutos antes de que la Soledad entre en su templo. Por Salvador y la Cuadra, amenazada de extinción,
rompo la clausura de estos días. De la procesión de la Soledad nunca hemos sacado nada práctico, sino la
liturgia, el mito, el sentimiento popular lejos del folclore. Un año planeamos
una Salomé legendaria liderada por Victoria Vera, la mítica Nausicaa de Por qué corres Ulises, y por la gran actriz Ana Marzoa; vimos pronto que esa Salomé estaba tan condenada como la cabeza del Bautista. Este año íbamos a hablar de la Argentinita, que escribí a
medias con Diana de Paco Serrano. María
Távora, la nieta, vuelve a bailar Carmen y sueño con verla bailar
Argentinita. Manuel
Grosso me pone al teléfono la saeta que cantan desde el balcón donde
cantaba Vallejo. Su mujer, Isabel Moreno, es el mejor presidente/a
de
La Maestranza, y me facilitó más de
una crítica: cuando la ponían a parir yo decía lo contrario. Yo
tenía razón. Todos estarán en estos momentos cerca de la Puerta del Príncipe.
La fuga de Madrid.
Me fui de Madrid porque sufrí un apagón. Juan Manuel Mompó, amigo leal de Valencia, se alarmó por mi ausencia del blog; es que me ha dado
un apagón. Nekane trató de explicar mi retiro cenobita : “te vas de novicias con
el Marqués de Bradomín”. Bradomín y
yo sólo iríamos de novicias con los Sonetos Lujuriosos del Aretino bajo el brazo. Y el
marqués feo, católico y sentimental, no está para esos trotes. Diez
días sin teléfono, sin tuiter, sin blog sin correo electrónico, sin periódicos.
Con el Mundo y las críticas de teatro me
apaño con las reservas de obras vistas
en una semana frenética.
Presiento otra semana
frenética, la del regreso. Imprescindible en la Sala Tu, el jueves, poética
dramática de Sigfrid Monleón/Isabelle
Stofell: La tristeza de las flores,
de Mariano Peyrou. Ocasión de preguntarnos qué cantan los poetas de
ahora. Solo sé lo que canto yo; pronto Sonetos
de la vieja y la nueva impostura.
La vuelta a la realidad me abruma. Selecciono. Huí tras la gresca de Trágala en el Español y regreso con gresca y reivindicación. A Iñigo Ramírez de Haro, autor de Trágala y diplomático de profesión, Margallo le ha destituido de su cargo
en Serbia. José
María Torrijos, un cura liberal,
aunque menos que Blanco White le
aprieta las tuercas a Iñigo en su blog El Karavansar. El cuñado de Esperanza Aguirre llama a una concentración delante del Teatro
Español. La inmunidad diplomática no supone la inmunidad teatral, pero aquí se
mezcla todo. Trágala es la última obra programada
con doña Botella, que Natalio Grueso
le dejó a Pérez de la Fuente,
cooptado por la misma. Vería más lógico
que, si a Ramírez de Haro lo ha destituido el ministro de Exteriores, la protesta se hiciera ante el Palacio
de Santa Cruz.
Garrigues, el buen liberal.
Espero en Abc otra tercera
de Garrigues Walker guía y faro de
la liberalidad en un país café de inquisidores. Véase ministro Margallo versus Ramírez de Haro. Benavente
defendía las corridas de toros por su efecto disuasorio de males mayores: “si
no sacrificásemos toros en el ruedo, seguiríamos quemando herejes”. De Garrigues
se espera que saque a la palestra su teatro. Mal haríamos sus
amigos en no empujarle al precipicio.
Las caras de la Fiesta.
Nekane me envía el catálogo de su exposición en Las Ventas;
50 retratos a los que he puesto prólogo. Me gustan todos, aunque me fijo emocionado, en la difunta Pilar Miró. Admiraba a José
Miguel Arroyo y pensábamos en un corto sobre él. Me gusta el
texto que he escrito para Nekane, Teoría
del retrato.
La confesión de Loyola.
Ignacio Amestoy convoca para el sábado en la Iglesia de los vascos,
próxima a Santa Ana, a una lectura dramatizada de La confesión de Loyola. El fundador de los jesuitas, torero y pecador
antes que fraile. Toreaba, corrida caballeresca, y recortaba toros en Azpeitia. Pero lo de torero yo lo digo por lado: seductor de damas y doncellas de alta cuna y de baja cama. Aprovechando la afición taurina de Ignacio de Loyola le diré a Nekane que
lo meta en la exposición de las Ventas.
Señorita Gaviria y su antiguo reino.
Sus desvelos por su
antiguo reino y las manos que tratan actualmente los huesos de su gente. Bien,
gracias. Sin respeto por recuerdos y huellas indelebles, la señorita Sandra se ha quedado con el personal nada más llegar; Rosa, sacrificada e indispensable. Y
la doctora Viernes (Freitag) tan samaritana
como siempre, el tiempo que le deja la preparación de un megaproyecto. Acariciando una chaquetilla de torero, la
señorita Gaviria es el avatar más fascinante de la tribu tuitera.
De pintores, toros y teatro.
Otro avatar también fascinante, Pétalo
de Sal llama para una corrida de toros en San Isidro. Verónica Parizzi es el alma argentina de la sala Umbral de
Primavera en Lavapiés. Confirmado. Iré con ella y acompañante, dominado por
el espíritu de mi colega en la divinidad
el poeta Teuco Castilla. Y de Fernanda Orazi, una de las pocas
pasiones escénicas que me van quedando. Antonio
Piedra, director de la Fundación
Jorge Guillén, también reclama
festejo isidril. En el tendido 1 cerramos
el año pasado la cesión del Legado
Javier Villán. En
Palencia dieron en llamar a aquello, el
“contubernio de las Ventas”.
Cierra López Galiacho, para la Sociedad Amigos de Teatro Históricos de Españde, una función de Los toros a escena tras haber incendiado Salamanca, en una tarde espectacular, y reventar el Liceo, flamencos y toreros pretenden incendiar incendiarán Albacete y el Teatro Circo. Palabra de torero. Galiacho es autor del libro De frente, en corto y por derecho; una aplicación de la ética del torero a la praxis empresarial
En la Caneja, monográfica de Félix de la Vega sobre teatro a la que he puesto prólogo y textos. También me gusta lo que he escrito. De Murcia llega Carlos Pardo a la Universidad Popular de San Sebastián de los Reyes con una exposición. De él no he escrito nada, pero lo escribiré. A Pardo lo protege el talento infalible de Pepe Lucas que me bendice como el mejor crítico taurino. Nada que objetar. Hay días que estoy encantado de haberme conocido.
Noticia de dos escritores viajeros.
Veo que Alfonso Armada ha aprovechado estos
días para escribir en su blog Frontera D. Hay que leerlo. De momento me quedo
con un verso memorable. “Nuestra dócil muerte, nuestra explicable cobardía”.
Ojalá la cobardía fuese siempre explicable. Admiro los libros de viajes de
Armada, pero admiro más su teatro y me
debe el cumplimiento de una promesa: un estreno antes de que termine el 2015.
De otro
viajero insigne Javier Reverte apenas
me llegan noticia. Supongo que sigue tras la huellas del Algabeño, un torero famoso
por su condición de matón al servicio de Queipo
de Llano durante la Incivil Guerra del 36.
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