martes, 24 de noviembre de 2015

EL PSOE Y LA BOLCHEVIZACIÓN ILUSORIA.

Mi carta de amor a Manola Carmena, a propósito del callejero de Madrid, ha desatado más  demonios de los que una intención tan demente  como la del Ayuntamiento presagiaba. Con una izquierda menos cerril y menos inculta de la que tenemos ahora -cualidades a contraestilo de la izquierda histórica- estas cosas no pasarían. Algunos para explicar la cerrazón del PSOE defendiendo la abolición del callejero,  dicen que  Pedro Sánchez,  cual nuevo Largo Caballero, pretende bolchevizar el partido. Y para demostrarlo se empeñan en publicitar el Anti-Caballero, de G. Mario de Coca, que probablemente no conocen Primero, dudo de que Pedro Sánchez tenga una idea cabal de Largo Caballero. Y mucho menos Carmona, el hombre que pudo ser alcalde y hoy es un ectoplasma sin voz y sin voto Cuesta creer que haya sido Carmena la que ha bloqueado, de momento, la guerra civil del callejero. Siempre necesitamos un guerra civil y esta se nos ha declarado en forma de contienda literaria. No está mal si con ella los españoles aprenden un poco de literatura. Me consta que algunos socialistas del aparato y la dirigencia andan buscando  el libro de Mario de Coca, para saber de qué va eso de la bolchevización  Inútil empeño; el Anti-Caballero se publicó en 1975 por Ediciones del Centro y debe de estar fuera de circulación. Yo lo tengo datado en mi biblioteca con fecha de  primavera 1976, sin que se me alcancen  las razones de esa ambigüedad de fecha ni el borratajo que emborrona el año.

Releo de vez en cuando la Historia y Antología de la Literatura fascista, de Rodríguez Puértolas  en Akal. La cosa no viene de ahora; pero eso no autoriza a nadie  a reordenar el mapa de Madrid por nebulosos motivos que solo atañen a los profesores de literatura Ni a identificar Falange con Franquismo. A Falange, muerto José Antonio, Franco la convirtió en su puta y a los "falangistas" en sus mamporreros. Dicho esto desde la estricta neutralidad intelectual de no ser falangista. Ni de no haber sido franquista, esto menos neutral e intelectual.


Compañeros de viaje. Carta a Manola.

Espero que al recibo de esta te encuentres bien; yo bien a dios gracias. Permíteme que te tutee, señora alcaldesa de la Metrópoli madrileña. Nos une el recuerdo de dos amigos comunes, apenas nada más; Manuel López y Lola Sacristán, huéspedes frecuentes de Carabanchel y Yeserías, que adoraban a Manola una juez cómplice y valiente. Puede parecer un contradiós lo de “juez cómplice”; pero las  cosas eran así; para quienes se la cogen con papel judicial de fumar, también los demás  jueces eran cómplices, mayormente cómplices de la represión política o laboral del régimen. Pero hemos llegado a ese momento  crucial en que las complicidades de los compañeros de viaje son  una cosa y gobernar otra muy distinta.
Lo primero es felicitarte porque, con pocos meses de mandato, has logrado poner en contra tuya incluso a muchos madrileños que te votaron; eso no es estrategia política, es un don. Otro don, la capacidad para provocar insultos por parte de la derecha más montaraz, especialmente la radiofónica: ni  Azaña alcanzó a tanto y los dicterios contra don Manuel dan para un diccionario  entero.
Lo segundo,  también felicitarte porque al fin has descubierto, de pleno acuerdo con el Psoe, principal impulsor de la propuesta,  los males de este Madrid que sigue dando asco. Y esos males no son la mierda que llena sus calles ni lo atascos ni la polución venenosa y mortal; son el callejero de Madrid, los nombres de calles dedicadas a nombres sospechosos de derechismo o de fascismo. Otra cosa son los letreros que  recuerdan hechos de armas, infortunados sucesos históricos que nadie quiere  celebrar ni dios que lo permita.   Pero los nombres concretos de escritores, por ejemplo, hay que ir con tiento o joderás la historia de la literatura. Y volvereis   locos a los carteros, pues hoy mandas tú,  mañana otro u otra y vuelta a empezar.  

Calle del Viejo Idiota.
 La excelencia de  los carteros madrileños  la contaba con gran fruición  Valle Inclán.  Envió una vez una carta a “calle del Viejo Idiota” y ésta llegó, puntualmente, a la calle Echegaray. Allí viven ahora dos personas de teatro que nada tienen que ver con el autor de El Gran Galeoto: Zutoia Alarcia y Txabi Puerta. Una gran actriz y un excelente dramaturgo; espero que no acaben contaminados. Valle detestaba a Echegaray, su teatro, su Premio Nobel y todo lo que le concerniera. Mi padre era “peatón cartero”, o sea una subcategoría del Servicio de Correos,  de Carrión de los Condes a Torre de los Molinos, una aldea que no tenía calles. Esto carece de importancia, pero me viene al pelo para rendir  homenaje a mi padre, el señor Francisco, por los disgustos que le di en vida.

Me pido la calle de Agustín de Foxá.
Primero, si vas a someter a votación el nombre de las calles, lo cual me parece una gilipollez asamblearia, me pido para mí la de  Agustín de Foxá, que es donde transcurre parte de mi vida:    calle de Javier Villán. Tengo una calle en mi aldea, un paseo en Palencia que, a lo peor, me quitan un día por razones inversas  a las tuyas,  y una sala en el Museo Taurino de Colmenar Viejo, Sala Javier Villán. Por  méritos  que no quede. Me la pido, aunque Mariángeles y Paloma, del bar donde desayuno y tomo verdejo  casi a diario, van a votar que se llame calle de Carmen Lazcano.

Chamartín y el teatro.
Para Lazcano tenemos prevista otra cosa: convertirlo en el centro de reunión y tertulia de todos los teatreros que vivimos por Chamartín. De momento, Lazcano patrocina un Premio a la mejor actriz del año que se entregará inmediatamente después de Reyes. Como miembro del jurado, no me importaría invitar a estas tertulias a Pablo Iglesias  para que se dé cuenta de que esto del teatro no es una mariconada.


Callejero e historia  la literatura.
Pero volvamos al callejero; Agustín de Foxá era un bon vivant al que el franquismo, como tal, se la sudaba. Escribió una novela, repelente para los republicanos, Madrid  de corte a checa, que yo releo para aprender estilo literario, aunque no comparta sus ideas. Participó en la redacción de la letra del Cara al Sol, como Dionisio Ridruejo, por ejemplo, que entró en Barcelona al  grito de “catalanes hablad la lengua del imperio”, vestido de correaje y camisa azul. Años más tarde fue un demócrata ejemplar. ¿Le quitarás también la calle que supongo tiene en Madrid?
¿Y de Camilo José Cela, premio Nobel, que nada más acabar la guerra se ofreció a la policía franquista, mediante solicitud firmada, como confidente, y delator de intelectuales?
De   Muñoz Seca nada digo. No le dio tiempo a ser franquista porque lo fusilaron los nuestros en la saca de Paracuellos.  Es autor de La venganza de don Mendo, parodia de tragedia que ha hecho partirse de risa a miles de españoles de izquierdas de derechas, centro y mediopensionistas. Era monárquico, que a mí no me parece la opción cívica más honorable, pero eso no es para fusilar a nadie.

Tierno Galván, ateo  por el que  conservo cierta querencia como alcalde  de Madrid,  acostumbraba a decir  “Dios no abandona a los buenos marxistas”. Yo creo, Manola,  que estás abandonada de Dios y de los hombres; no sé si porque no eres buena marxista o porque estabas en el sitio equivocado en un momento equivocado.
Salud. Y sé feliz.

A la mayor parte de los madrileños puede que tu felicidad les importe un carajo.  Son unos desalmados. Demuéstrales, acaso dimitiendo,  que a ti sí te interesa la felicidad de esta hermosa y maldita ciudad. 

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