miércoles, 8 de febrero de 2017

SUEÑO DE LA NOCHE BEATRIZ ARGÜELLO


 Las razones de un jurado

Establecí hace pocos días que este blog saldría todos los lunes salvo algún acontecimiento especial que requiriese su presencia. Y suceso especial ha sido el fallo del Premio Miguel Mihura a la mejor actriz del año, Beatriz Argüello. Impecable el jurado, que yo mismo había designado, con las naturales  discrepancias en estos casos. La formación del jurado obedeció  a razones de sentido común. Cuando decidí abrir el premio no sólo al soporte del  Mundo, sino a los cuatro periódicos generalistas de Madrid, era evidente que los cuatro críticos debían formar parte del mismo. Carmen Portaceli por el apoyo prestado al premio por el teatro Español es indiscutible y, como a Borja Ortiz de Gondra, su condición de  teatreros no los invalida su neutralidad para emitir un veredicto. Luis María Anson y Antonio Garrigues Walker no necesitan justificación, son dos nombres de autoridad. Respecto a mí siempre soy un poco el aprendiz de brujo al que las fuerzas mágicas que ha desencadenado acaban por desbordarlo. Menos mal que en esta ocasión tenía a mí lado a María Díaz que capeó con inteligencia y eficacia todos los temporales. Quise incorporar a José Manuel, factótum del Gijón, que con buen sentido, me dijo que él entiende de condumios pero no de teatro. Con estas convicciones me dispuse a proclamar ganadora a una grandísima actriz Beatriz Argüello que recibió el entusiasmo general de sus compañeras y el trofeo de Pedro Casablanc, diseñador del mismo. La inteligencia y las bellas artes de un gran actor, al servicio del restaurado premio Miguel Mihura. Gracias Pedro, en nombre de todos. Menos en nombre de la Sgae, naturalmente, que  lo otorgaba hace años y nada tiene que ver con esta restauración. Las aguas bajan turbias en tan ilustre organismo y bastante tiene con lavar sus trapos sucios y resolver sus problemas internos. En ello están, al parecer.

Paradoja de las comediantas

Decía Lawrence Durrell, mejor dicho su personaje Clea, que con las mujeres solo se pueden hacer tres cosas: amarlas, sufrir por ellas o convertirlas en literatura. En el transcurso de las deliberaciones del jurado, yo asumí esa Santísima Trinidad del Cuarteto de Alejandría. De las 20 candidatas teníamos que sacrificar a 19 y ese fue un sacrificio incruento pero doloroso. Luego vienen los problemas de identificación y de transustanciación. Las cómicas tienen su vida del escenario y su vida normal, o sea una doble naturaleza. Aparte problemas de despiste personal que conforman mi naturaleza, cómo identificar  a Manuela Paso, el blasfematorio personaje de las Tríbadas con la serena belleza de la noche del Mihura? A María Hervás en un proceso de espiritualización creciente, con Ainara, la etarra de los Gondra? A Sara Moraleda que se presentó  revestida de su segundo yo, la inmortal  Frida Kahlo?

Me asombré de encontrármelas a todas irreconocibles, descendidas del lugar sagrado de las tablas. ¿Tú eres Manuela Paso? Sí por qué? Nunca te hubiera reconocido tras ver buena parte de  lo que has hecho. Y Manuela: “es el mejor elogio que se puede hacer de una actriz. Gracias”. Y sonrió. Mi mayor sorpresa Victoria Salvador hoy en Los Gondra y hace meses en Reina Sofía, como preguntándose y qué pinto yo aquí; sin conocer a nadie sólo a la compañera de reparto, María Hervás , más brisa según pasaba la noche, más libélula vaga de una vaga ilusión.  María Adánez,  Marta Poveda, Irene Escolar, Lucía Quintana, Clara Sanchís, estaban más en su salsa, con más tablas diría yo.  

Gracias a todas  ellas por su arte, por sus sonrisas. Esto no tiene demasiado mérito por mi parte. Sabido es que vendo mi alma al diablo por la sonrisa de una mujer, si el diablo aceptara tan desigual trueque. Mi propuesta de que se otorgue un premio Miguel Mihura todos los meses en el Café Gijón, mi verdadera y única patria, fue unánimemente rechazada.

 

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