Cosas de espías sentimentales
Termino el último y prodigioso
libro de Le Carré, Volar en círculos. Manual del espía y su capacidad de seducción. Fascinación. Quiero tanto a
Le Carre, leo sus libros con tal fervor que, en ocasiones, me parece ser
uno de sus personajes. O él mismo. O
Smiley. Destaco sutil mensaje de este
libro: “el espía ha de estar seguro de que
los secretos que posee de los
demás son más peligrosos para ellos que
los que ellos tienen sobre él”. Aun así, destaca la elegancia entre colegas; una cierta lealtad, un fair play: “Busca cómplices, no busques enemigos”.
La mujer nueva y necesaria. Justicia poética
Celebro la acogida que ha tenido mi recuerdo a Carmen
Laforet, mujer extraordinaria a la que traté un poco en los últimos años de
su vida, gracias a mi amistad con su hija Cristina,
la pintora que cambió pinceles magníficos por su excelente literatura de novelista. Sobre Lilí
Alvarez, que cambió la vida de
Laforet, no me pronuncio. Mientras haya amor, decía Marylin,
todo vale. (¿Me libraré algún dia de citar a Marylin?) Sin duda Lilí era
una gran mujer; y la única vez que cometí la impertinencia de preguntarle por
ella a Carmen, está sonrió y me dijo voy a prepararte un café, que su hija
Cristina ya estaba preparando.
El cambio a mujer nueva de Carmen no dejaba
atrás nada espectacular; nada, como
su gran novela, Nada, Premio Nadal
1944 creo. Una vida apacible de
burguesita catalana, casada
con el mejor crítico literario de la época, Manuel Cerezales. Nada espectacular que justificara el título
redentor y expiatorio de “mujer nueva” que como es lógico nada tienen que expiar
Afrontó con toda legitimidad una nueva visión de la vida, una perspectiva más cerca
del amor y del misticismo que de la literatura. Sirva este exordio como
homenaje a Carmen Laforet y como preámbulo a la gresca que me han
montado unas aves gallináceas por mi
restauración del premio Miguel Mihura, al margen de la turbulenta SGAE. Gresca
que voy a continuar, claro está. Como verán ustedes si siguen leyendo
Cacarean, luego
cabalgamos
El Gallinero es un blog en el que como su propio
nombre indica hay mucho guirigay y pocas
ideas; kikirikíes de gallo de
corral, muchos. Al parecer ese gallinero lo forman algunos aspirantes a
dramaturgos que, a lo peor, un dia tienen la suerte, o la desgracia, de
estrenar; no lo sé ni me importa.
El único responsable de la
“Restauración” del Premio Mihura soy yo, con la colaboración de un jurado del
que formaban parte los críticos teatrales de Madrid, Luis María Anson, Borja Ortiz de Gondra, y Garrigues Walker . Asumo,
pues todas las responsabilidades, menos las del menú de la cena y el condumio.
Me pareció oportuno recuperar, en colaboración con El País, La Razón, ABC, el Mundo, el Gijón y el Teatro Español, un Premio a la Actriz Más Destacada del Año; sin medios
ni subvenciones, pero con el júbilo de las 20 candidatas seleccionadas, aunque
tuvieran que pagarse la cena. Me hallé a los pocos dias con Manuela Paso, una de las candidatas; un premio y una noche destinados a enaltecer a las
actrices españolas es un primer paso que a ambos nos parece insuficiente. Hay
que valorar la presencia de la mujer en el teatro en toda su extensión. He de hallar
un mayor punto de colaboración con Manuela y actrices como ella.
Se hará mejor, sin duda, los
próximos años, puede que hasta se encuentre algún patrocinador generoso y
alguien más competente que yo; pero un premio para una actriz, en un país de
excelentes actrices y demasiados gallos, me parece digno de recordación. Ganó Beatriz Argüello, excelente y nada que
oponer. Pese a tener que pagarse la cena, -economia, Horacio, economía- las candidatas consideraron un honor aspirar
al premio perdido y restaurado. Al menos esa es la sensación que percibo.
Me parece un acierto haber
recuperado este premio no por las razones mostrencas que los mostrencos gallos
del Gallinero, parecen aducir: que a Mihura
le gustaban las chicas. Seguro que sí, pero eso carece de importancia y a mí me
da igual si a los plumíferos del Gallinero les gustan los gallos, la
gallinas o los palos llenos de mierda
donde estas duermen a una pata. Hubo
insuficiencias, cosas mal hechas, la cena fue horrible. Pero prevaleció la
intención de su recuperación, abandonado
hace doce años por una Sgae que bastante tiene con poner orden y limpieza en los establos de Augías en que se ha convertido su bello
edificio. Y la intención está clara: homenaje a la actriz española porque
España es un país de actrices. Y de gallos, claro.
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