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David está triste porque Ronda ha muerto, acabamos de
enterrarla, él la acaba de enterrar, y Kuajo, su primo, un pastor belga guapísimo se queda solo. Kuajo acaba de llegar a casa, Kuajo intuye su ausencia. Los juguetes están en su sitio y la ratita de trapo también. Kuajo corretea por el jardín,husmea por el jardín y se detiene ante su tumba. Todo ha sido muy sencillo, una inyección letal, y RONDA nos ha regalado su última mirada. En brazos de David. al que siempre ha querido más que a nadie, aunque nos quisiera a todos. Yolanda la ha cuidado las últimas semanas a contrapelo, pues se escondía para no comer lo que tenía que darle para mantenerla en vida. Yolanda Samaritana. Ronda era una perrita shenauzer miniatura que no
merecía el doloroso final que ha tenido. Era una estrella, alborotada, cariñosa, traviesa, muy audaz cuando tenía cerca la protección de
Kuajo el imponente pastor belga de Diana y de Quique, más de Diana que de
Quique, a la que obedece sin rechistar. Kuajo tiene unos grandes ojos color caramelo obscuro, profundos como
lagos apacibles y seductores. Lo sabe. Fue en tiempos un perro descuidero que husmeaba en los bolsos de
las chicas cuando Diana lo llevaba a la la Universidad, a clase de biología, cuya docencia ejerce hoy. Ronda, cuando acompañaba a Yolanda y a Ana en sus
paseos matutinos y vespertinos hace apenas una semana, se escondía tras sus piernas
y echaba de menos la compañía de Kuajo, el
primo fuerte que la quería mucho.
Erguida sobre sus patas traseras, buscando
una chuche o una caricia, Ronda tenía algo de circense y podía haber sido una bellísima ecuyere o una
trapecista al estilo de Pinito del Oro, volandera sobre dos patas de su silla
en el trapecio. Pinito del Oro, actuaba sin red protectora, sólo un hombre que
la protegía desde abajo. Una vez que se
cayó, la genial trapecista no se hizo
nada, pero el hombre de abajo por poco no lo cuenta. A Ronda le ha pintado una
acuarela primorosa Nekane, Dolores de Azpeitia, que también ha dibujado paisajes de Torre de
los Molinos (Palencia). Y sigue pintando retratos de Victorino Martín, padre, inextinguible
en su corazón y su recuerdo.
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