viernes, 1 de enero de 2021

 

Lino Braxe, un genio. In memoriam

Ha muerto Lino Braxe. Lo conocí cuando escribió y dirigió Manar, una de las cumbres de Sabela Hermida. Nos unía el teatro, la Galicia de Rosalía, y la colaboración con un amigo común, el escenógrafo David Fernández Loaysa. Pero nos unía también y, sobre todo, el Frente Polisario en su lucha contra Marruecos, el Imperio, con Juan Carlos de Borbón cómplice de un expolio. En este sentido Franco era más proclive al Polisario, y la Marcha Verde le pilló casi agonizante.  ¡Viva el Frente Polisario!!, grito que sigue siendo el preferido del genio de la torería, Rafael de Paula para el cual escribió José Bergamín, La callada música del toreo. Permítaseme traer a colación a Rafael, el solitario de Jerez con el cual no resulta hallarle similitudes a Braxe, salvando todas las distancias salvables y las insalvables A Lino Braxe le gustaban los toros, como a mí. Pero no hacía de ello una trinchera ni un estandarte militante. Galicía no es tierra propicia a los toros. Dio un torero, Celita creo se llamaba, del cual Camilo José Cela se sentía orgulloso sin demasiados argumentos. Domingo Dominguín, el mayor de los dominguines, rojo de pedigrí y suicidado años después, llevó un tiempo la plaza de Pontevedra, donde daba corridas en las fiestas de la Peregrina. Empleados y toreros se quejaban de que Domingo era impuntual en los pagos, según divulgaba jocosamente Isabel Fernández Almansa, tan admiradora de Domingo como de Carlos Semprum, Federico Sánchez por nombre de clandestinidad evolutiva. Con el Psoe y la democracia Semprum llegó a Ministro de Cultura y facilitó los trámites de constitución de la Fundación en Palencia. Isabel quiso agradecérselo con un cuadro de Caneja que Semprum rechazó cortésmente, “no he hecho méritos ni dinero para tener un Caneja, me considero pagado con la Fundación. Cuando quiera ver canejas iré a Palencia o al estudio de la calle Manuel Cortina”. Yo había publicado un artículo censurando la deriva de Semprum del PCE al Psoe y a Isabel unas se le iban y otras se le venía. Disimuladamente me pegaba pataditas por debajo de la mesa, a veces dolorosas, para que no entrara en controversia

En Lino Braxe, como en Domingo Dominguín, y en Carlos Semprúm había algo de renacentista, un renacentista a la gallega, que es otra cosa distinta de cualquier otro renacentista; con mucho de aquel Pico de la Mirándola, un italiano con el que se podía hablar y discutir de omne re scibili et quacumque alia”, es decir de todo aquello que pudiera saberse y de cualquier otra cosa. Ha muerto Lino Braxe, Galicia y el teatro pierden una referencia incuestionable. Sabela Hermida está triste. Y David Loaysa dice: “era un gran tipo”. Para aplacar la melancolía tendremos que retomar Diálogo entre María Casares y Albert Camus.  

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