domingo, 24 de enero de 2021

 

Matanza de Atocha. Ni olvido ni perdón.

 El 24 de enero, unos pistoleros de extrema derecha, irrumpieron en el tercer  piso del número 55 de la calle Atocha y mataron a cuatro abogados laboralistas del Partido Comunista y a un administrativo.  Los asesinados  fueron Luis Javier Benavides, Enrique Valdevira, Francisco Javier Sauquillo, Serafín Holgado y Ángel Rodríguez Leal. Sobrevivieron gravemente heridos, Miguel Sarabia, Alejandro Ruiz, Luis Ramos y Lola González Ruiz.  Por la masacre fueron condenados García Juliá, ¨pulso firme y mirada de hielo¨, según los sobrevivientes, Fernández Cerrä. Francisco Albadalejo, considerado autor intelectual del hecho. En la sombra, quizá,  aunque se desligaran del suceso, el líder de Fuerza Nueva Blas Piñar y el de los Guerrilleros de Cristo Rey, Sánchez Covisa.

Yo esperaba a Manuela Carmena, para no recuerdo qúe asunto   y Carmena se retrasó o se equivocó de despacho, no puedo recordarlo. En realidad, los recuerdos de esos momentos siempre se me presentan confusos, convulsos y frenéticos. Sí recuerdo con nitidez, los féretros en el Palacio de Justicia, la capilla ardiente al q en compañía de Manolo López, laboralista, y Lola su mujer;  y creo que también el poeta Carlos Alvarezy la firme actitud del decano de abogados de Madrid,  don Antonio Pedrol Rius, que me pasó una nota para Manolo López. Los ví juntos luego, pero ignoro que contenía la nota ni de qué hablaron.    Una multitud de cien mil personas, quizá más, disciplinada y dirigida por militantes del PCE, acompañó a los féretros uno de los cuales salió hacia no sé qué provincia, hasta cementerio. El actor Juan Diego, roto, lloraba a mi lado. Juan Diego y yo nos quedamos en Cibeles y poco después nos refugiamos en el Café Gijón. Policías de la secreta, evidentes, y un poco acojonados, no se atrevieron a decirnos nada. Esas cien mil personas eran muy elocuentes. Hoy hace 44  años. De una manera o de otra los responsables de la matanza, fugados, lograron eludir responsabilidades a base de veniales condenas.  Y García Juliá, vinculado en Brasil a turbios negocios de narcotráfico, está en España.  Ni olvido ni perdón.

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