miércoles, 9 de febrero de 2022

 

Metafísica de la REMOLACHA. Monzón de CAMPOS

Durante mucho tiempo, en mi lejana infancia, Monzón era para mí un referente remolachero, una central a donde los labradores de la zona llevaban su cosecha de remolachas azucareras. Especifico lo de azucareras porque había también remolachas forrajeras con las que se alimentaba al ganado de tiro y carga; los mulos, las mulas, los burros, las burras, los bueyes y las vacas. Más tarde aprendí que Monzón era también un castillo de mucha nombradía y prosapia, lo cual suponía un señor o señores que recibían vasallaje de la gente del común a la que protegían de las razias moras cuando estas se producían, que vienen los moros, que vienen los moros y ¡hala!, todos adentro para tirarle a la morería agua y aceite hirviendo desde lo alto de las murallas. Y también flechas y piedras y pedruscos,  y derribar a mala fe y con saña las escalas cuando el enemigo subía por ellas, que unas veces era moros y otras veces cristianos que, entre sí, se tenían tirria. El castillo , sobre un otero, señoreaba una llanura  grande,  algo así como un condado y era la demostración de porqué a Castilla se la llamaba Castilla, o sea tierra de castillos inexpugnables para defenderse. A veces los moros zurraban la badana a los cristianos y es de ahí de donde sale aquella copla

Vinieron los sarracenos

Y nos molieron a palos,

Que dios ayuda a los malos

Cuando son más que los buenos.

No sé qué está pasando con el castillo de Monzón, que de fortaleza militar pasó con el tiempo a Parador Nacional, o sea hotel, ocupado por las mesnadas del mesnadero mayor del reino, Fraga Iribarne, que inauguraba Paradores con la misma facilidad con que Franco inauguraba pantanos. Parece que la gente no ve con buenos ojos que esté cerrado o carente de objetivos y propósitos lo que fue epicentro político y comercial de tan egregia y grande, a lo largo y a lo ancha, y albergue de asambleas y discursos programáticos.  Parece que la Diputación Provincial, su propietaria, tras 20 años cerrado,  quiere hallarle   destino y ocupaciones acordes con su historia. No lo sé, no lo tengo muy claro. Mariano Haro, el campeonísimo español de atletismo en las distancias largas,  me contaba que su entrenamiento diario era correr desde Becerril de Campos, su pueblo, hasta Monzón. Como ven, mi visión de esta villa y este castillo es, a la vez, metafísica, histórica y modernista. El palimpsesto de la historia y un manual de gastronomía. Me hospedé allí una noche y sólo soñé con el desayuno de dos huevos fritos, chorizo y jamón ibérico de verdad. A media mañana llegaron Caneja, Isabel Almansa, Rubén del Valle  y Rafael del Valle. Isabel le dijo a Juan Manuel Caneja mostrándole la inmensa llanura, ¨´estos son tus dominios¨´. Y como de costumbre, el pintor de los campos de Castilla calló y no dijo nada.

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