Metafísica de la REMOLACHA. Monzón de CAMPOS
Durante mucho tiempo, en mi
lejana infancia, Monzón era para mí un referente remolachero, una
central a donde los labradores de la zona llevaban su cosecha de remolachas
azucareras. Especifico lo de azucareras porque había también remolachas
forrajeras con las que se alimentaba al ganado de tiro y carga; los mulos, las
mulas, los burros, las burras, los bueyes y las vacas. Más tarde aprendí que Monzón
era también un castillo de mucha nombradía y prosapia, lo cual suponía un señor
o señores que recibían vasallaje de la gente del común a la que protegían de las
razias moras cuando estas se producían, que vienen los moros, que vienen los
moros y ¡hala!, todos adentro para tirarle a la morería agua y aceite hirviendo
desde lo alto de las murallas. Y también flechas y piedras y pedruscos, y derribar a mala fe y con saña las escalas
cuando el enemigo subía por ellas, que unas veces era moros y otras veces
cristianos que, entre sí, se tenían tirria. El castillo , sobre un otero, señoreaba
una llanura grande, algo así como un condado y era la demostración
de porqué a Castilla se la llamaba Castilla, o sea tierra de castillos
inexpugnables para defenderse. A veces los moros zurraban la badana a los
cristianos y es de ahí de donde sale aquella copla
Vinieron los sarracenos
Y nos molieron a palos,
Que dios ayuda a los malos
Cuando son más que los
buenos.
No sé qué está pasando con el
castillo de Monzón, que de fortaleza militar pasó con el tiempo a Parador
Nacional, o sea hotel, ocupado por las mesnadas del mesnadero mayor del
reino, Fraga Iribarne, que inauguraba Paradores con la misma facilidad
con que Franco inauguraba pantanos. Parece que la gente no ve con buenos ojos
que esté cerrado o carente de objetivos y propósitos lo que fue epicentro
político y comercial de tan egregia y grande, a lo largo y a lo ancha, y
albergue de asambleas y discursos programáticos. Parece que la Diputación Provincial, su
propietaria, tras 20 años cerrado,
quiere hallarle destino y
ocupaciones acordes con su historia. No lo sé, no lo tengo muy claro. Mariano
Haro, el campeonísimo español de atletismo en las distancias largas, me contaba que su entrenamiento diario era
correr desde Becerril de Campos, su pueblo, hasta Monzón. Como
ven, mi visión de esta villa y este castillo es, a la vez, metafísica,
histórica y modernista. El palimpsesto de la historia y un manual de
gastronomía. Me hospedé allí una noche y sólo soñé con el desayuno de dos
huevos fritos, chorizo y jamón ibérico de verdad. A media mañana llegaron Caneja,
Isabel Almansa, Rubén del Valle y Rafael del Valle. Isabel le dijo
a Juan Manuel Caneja mostrándole la inmensa llanura, ¨´estos son tus dominios¨´. Y como de
costumbre, el pintor de los campos de Castilla calló y no dijo nada.
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