Notas isidriles a pie de callejón en las VENTAS.
Ferlosio y los toros;?taurino o antitaurino?
Creo que ni el propio Rafael sería capaz de responder a esta pregunta elemental. Nunca fui muy fervoroso de Rafael Sanchez Ferlosio, salvo del que me parece su libro más notable, o al menos el que yo he leido siempre con desbordado entusiasmo, un intento de recuperación de la novela picaresca española, Andanzas y aventuras de Alfanhui. La novela por la que le dieron el premio Nadal, El Jarama, es un solemne coñazo, un monumento al tedio, que cuenta las aventuras de una pandilla de adolescentes, una tarde de excursión a orillas de madrileño rio, ellos y ellas faltos de imaginación y sobrados de ocio. No parece que este Interludio taurino vaya a modificar mi juicio sobre su autor, aunque preciso es reconocer la voluntad de Ferlosio por autoreconocerse o, mejor dicho, por autodefininirse como taurino o como antitaurino y progresista, es verdaderamente homérica. Fue Ferlosio aficionado a la gresca y el alboroto en las Ventas y un espectador nada pasivo, como si llevara dentro todos los huracanes agitadores del insurgente tendido del 7. Sánchez Ferlosio es hijo de Rafael Sánchez Mazas, un ideólogo propagandista y enchufado del franquismo, lo cual traigo a colación no como reproche, sino como simple reconocimiento. Los hijos y nietos o sobrinos de la nomenklatura franqista, _los Panero, los Cebrían, Juan Luis alias Juanlu o el poeta maldito hijo del desencanto, el Loco de Mondragón, Leopoldo María Panero, por poner un par de ejemplos_, contribuyeron decisivamente al desmontaje del franquismo por una razón obvia; el sistema les consideraba de los suyos, necesariamente rebeldes y revoltosos, pero lejos de la revolución. Algo cambiaba, pero en el fondo, mucho quedaba igual o..casi igual; oxígeno sin duda tras la asfixia del franquismo.
De este Interludio taurino me fijo especialmente el artículo dedicado a Rafael Ortega, el gran torero de la Isla, aclamado como estoqueador, rey de espadas, cuando para mí, lo que Rafael era verdaderamente es un gran muletero, rey del natural. Se lo dije un dia, en un homenaje que le tributaron y a Rafael Ortega se le saltaron las lágrimas de aquellos ojos claros, limpios y transparentes. Concuerdo con la visión que de él tiene Ferlosio. Y me apresuro adefinir aún más mi postura. Mi visión de la tauromaquia empieza con Rafael Ortega, continúa con Antoñete que lo tenía como modelo y así lo expresó en un brindis que le hizo en El Puerto, creo, y culmina con el colombiano Cesar Rincón. En un sitio de nadie, salvo en el suyo propio, Curro Vázquez, amigo mio.
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