martes, 14 de mayo de 2024

 Proceso por la sombra de un cedro

Le tomo prestado un título al autor suizo Frieddich Durrenmat, Proceso por la sombra de un burro,  para reflejar una situación que algunos podían calificar de kafkiana;  por kafkiano la gente del común entiende todo lo inverosíl y absurdo e ininteligible. La cuestión era  a quién pertenecía la sombra de un burro, si al burrero o  al dueño del espacio transitado por el asno. Pero dejemos en paz a Kafka.  Y centrémonos en lo esencial, los vecinos nos exigen una poda drástica pues las hojas del cedro caen sobre su jardín , ensucian la terraza y les dan sombra no deseada, aunque carente de peligro. Hubo un tiempo en que la señora del señor Gregorío arrojaba a nuestro esplendoroso y verde cesped, las barreduras, cosa que ahora no hace , lo cual es de agradecer. La cuestión es como sigue. Hace años que Ana, mi mujer, también periodista, y yo decidimos fijar en la sierra madrileña, cerca de la Pedriza nuestra residencia, que había sido residencia de verano y fines de semana durante años. Mi dacha, nuestra dacha que diría Paco Umbral, in memoriam. Practicábamos con voluptuosidad aquello de MENOSPRECIO DE CORTE y ALABANZA DE ALDEA. No lo hagan, de verdad. Es un espejismo.

O mejor dicho, una falsedad.   Al principio, las relaciones de vecindad, con el señor Gregorio y su señora esposa, fueron lo que yo considero normales y ellos ensalzaban como modélicas. Abrieron una ventana sobre la valla que invadía nuestra privacidad del jardín, pero lo consideramos pasable y apenas molesto para una privacidad siempre abierta a visitas y fiestas con barbacoa, en sordina, a las que invitábamos a los vecinos que quisieran compartirlas. Retejamos nuestra casa y el señor Gregorio y su señora esposa quisieron comprarnos las pizarras, las cuales les venían muy bien para no sé qué. Con toda naturalidad, mi esposa Ana y yo se las regalamos gustosos y justo es decir que el señor Grgorio y su mujer  lo agradecieron efusivamente.

 La cosa  se torció por culpa de un esbelto y majestuoso cedro, cumplidor de todos los requisitos de la más estricta ecología, certicados  por el Ayuntamiento de Colmenar Viejo y podado conforme a norma y tiempo, cuya tala o drástica poda el señor Gregorio y su señora exigían. Talarlo, imposible de toda imposibilidad. Se trata de una especie  protegida y nos causaria  una fuerte multa por parte de los organismos pertinentes, acaso la Comunidad de Madrid, recaudadora e implacable. En resumidas cuentas que hemos perdido el juicio y estamos pendientes del recurso interpuesto, pero como dicen los gitanos, "PLEITOS  tengas,y los GANES". Ellos saben de cosas de jueces o juezas que no leen lo que tienen que leer y subrayar,  que de todo hay en la viña del señor .Háganles caso ustedes a los gitanos que son una raza creadora e inteligente.  

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