Lluis Homar, el dimitido atribulado
Parece ser que a Lluis Homar,
director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, no le salen las cuentas. Le
acusan de plagio y de cobros irregulares Y ha tenido o va a tener que dimitir,
previo acuerdo de no sé qué índole, con la autoridad superior competente. Es normal. Homar
es un actor y director muy profesional, y un actor muy profesional, no tiene por qué saber
de números. A mí, eso no me sorprende. Claro que Helena Pimenta, su antecesora,
tampoco sabía de números y las cuentas le cuadraban siempre, aunque tuviera que
apretarse el cinturón y pagar religiosamente a los colaboradores. Y Ernesto
Caballero e Ignacio Amestoy, y otros gestores que han ocupado puestos de responsabilidad en teatros oficiales y no
oficiales, también. A mí lo que me
sorprendió, y en su dia dejé constancia escrita de ello, es que a Lluis Homar,
catalán de pura cepa, le nombraran director de la Compañía de Teatro Clásico.
No porque fuera catalán, sino porque Homar había manifestado su desdén por el
teatro español del Siglo de Oro. Desdén o simplemente indiferencia. El teatro
español sólo le interesaba a Homar a partir
del siglo XVIII, había manifestado en alguna ocasión, creo recordar. Y pese a
eso venía a dirigir una entidad dedicada al Siglo de Oro. Es lamentable que
estas cosas ocurran, es lamentable que insignes próceres del teatro español,
metan la mano en la caja como vulgares
descuideros. Tan lamentable es, que casi estoy deseando que todo sea un error, la
Comedia de los Errores shakesperiana.
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