Lorca, poeta maldito.
Y fusilado
Así tituló Francisco Umbral, in memoriam, uno de sus primeros y más
arriesgados libros. Lorca, poeta maldito en un país carente de
escritores malditos o, al menos, de malditos con verdadera naturaleza, como Rimbaud o Baudelaire en Francia. Con todo, y respetando el talento crítico y
analítico, inmenso, de Umbral, me atrevería a cuestionar el malditismo de Federico García Lorca. El poeta
granadino no era un maldito, lo
convirtieron en poeta maldito las circunstancias malditas de un maldito fascismo alzado y poco después triunfante. Lorca
había rechazado quedarse en Madrid, pensando quizá que en Granada, en la Huerta de San Vicente,
su casa, estaría más seguro. Así pudo haber sido de no mediar un siniestro personaje
de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso, que lo denunció y participó
en su arresto, resentido porque los
Rosales, Luis y Pepiniqui, le habían negado el carnet de Falange por cuyo
ingreso, al parecer, Ramón Ruiz exigía un sueldo de mil pesetas. Tuve ocasión
de conocer a Ramón Ruiz en Madrid allá por los primeros setenta del pasado
siglo XX. Dirigía yo la galería de arte Forma
2, y un dia me encuentro con que los dueños, unos albañiles que se habían
forrado construyendo chalets en la sierra madrileña, me lo presentaron como un
administrativo encargado de la
contabilidad o algo así. Ese mismo dia se publicaba el libro de Luis Blanco Vila que denunciaba su
participación activa en la muerte de
Lorca. Estaba exponiendo José Diaz; una espléndida tauromaquia
de la que había hecho protagonistas
exclusivos a Antonio Bienvenida
y Paco Camino, apadrinada por un
espléndido texto de Santiago Amón. A
Diaz le habían fusilado el padre los franquistas y él y yo decidimos descolgar
la exposición con mucho vendido y expectativas de venderlo todo. Ramón Ruiz Alonso decidió marcharse por
propia voluntad antes de que yo lo despidiera. Y como una exposición un pintor
la hace para vender, Pepe Diaz continuó colgado y vendiendo. Tampoco los dueños
le hicieron remilgos al éxito del rojerío y me ofrecieron continuar con ellos,
con un sueldo mensual de 2000 pesetas y un 20% de las ventas. Abrieron otra
galería muy dedicada a jóvenes pintores
que no hubieran expuesto en Madrid y yo me dediqué a viajar por toda España a
la búsqueda y captura de jóvenes talentos.
Pero volvamos a Lorca cuyo aniversario del fusilamiento se
recuerda hoy, horas arriba horas abajo. Lorca,
según algunas fuentes fiables,
reposa en Nueva York, junto a una persona muy amada por él, circunstancia que
no estoy en situación de demostrar. No está en Viznar donde Iam Gibson sigue buscándole o no, no lo sé. Las hijas de Ramón Ruiz, Elisa Montes, Emma
Penella y Terele Pávez, al principio ignorantes de la responsabilidad de su
padre, ambicionaban representar juntas La
casa de Bernarda Alba. Pero alguien las disuadió del proyecto, dado su
parentesco con el inductor del asesinato. Renegaron del apellido paterno y una,
la mayor, se puso Montes, otra Penella y otra Pávez, para mí gusto la mejor actriz y la más radical de las tres,
aunque yo era muy amigo de Emma.
Federico García Lorca, por los siglos de los siglos, poeta y autor
dramático que revolucionó la escena, es con don Ramón Maria del Valle Inclán, una de las dos cumbres del teatro
español de la primera mitad del siglo XX. Y de la poesía. Su elegía Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez
Mejías, resiste la comparación con las Coplas
a la muerte de su padre, del palentino Jorge
Manrique.
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