LORCA.La OTRA MUERTE
Si hacemos caso a Fernando Marías y Juan Bas, autores de un libro fascinante, inverosímil y muchas verdades y algunas fabulaciones, titulado Páginas ocultas de la historia, Federico García Lorca fue fusilado tal como cuenta la historia del franquismo, pero no murió. Quedó alelado con la mitad de su cerebro disfuncional, tuvo otra vida que se truncó definitivamente en 1954, sin saber quién era, hortelano en un convento de monjas que le querían mucho Sor Agueda, sobre por su inocencia, un convento donde las monjas lo llamaban Manuel. A sor Agueda que le salvó la vida cuando se lo llevaron malherido, el nombre de Federico García Lorca tampoco le hubiera dicho nada. La historia que cuentan Marias y Bas, ellos mismos confiesan que puede ser verdad o no, pero yo la creo verosimil. Lorca fue fusilado, pero no murió en el barranco de Viznar, donde no sé si sigue buscándolo Iam Gibson o no. Hagamos justicia a Gibson que nunca ha dejado de ocuparse del tema. Y consignemos que el cuerpo de Lorca, nunca fue hallado.
Los disparos del fusilamiento le afectaron al cerebro, lo dejaron alelado, pero no lo mataron. La via por la que Marias y Bas reconstruyen La otra muerte de Federico García Lorca es la periodista Rocío Pérez Sanz, que trabajaba en El Ideal, de Granada, y publicó un artículo sobre el asunto con el que aspiraba a ganar el Pulitzer.. Nadie le hizo caso, su artículo pasó inadvertido, se casó, abandonó el periodismo y se dedicó a cultivar la tierra en las Alpujarras. Accedió, sin embargo, a entrevistarse con Marias y con Bas, a los que una tarde en la taberna de la estación de Granada, hizo partícipes de una historia fantástica; quizá fuera un homenaje a Rogelio Bermejo, repartidor de pan a bordo de un carro tirado por un burro, un hombre inculto, mal vestido con una corbata de colorines y oliendo a coñac, que se la transmitió a ella; Bermejo, repartidor de leche, encontró un dia a un moribundo en una cuneta con tres balazos, uno de los cuales le afectaba al cerebro. Se lo llevó a a un convento granadino donde Sor Agueda le salvó la vida y cuidó. Alli, ocupado en las labores del huerto murió, de un derrame cerebral en 1954. En en los actos de homenaje que pasados algunos años se tributaron a Federico, Rogelio se dio cuenta de que el hombre que se encontró en una cuneta, fusilado pero vivo, el hortelano con el se había hecho una fotografía, era el mismo, o muy parecido, a aquel que aparecía en televisión, radios, periódicos y revistas. Lo cual le dió autoridad para afirmar hasta su muerte que él había hecho una vez "algo muy importante por un hombre muy importante".
La otra muerte de Federico García Lorca, forma parte del libro, Páginas ocultas de la historia, Ediciones Destino, reune otros once relatos, verdaderamente sorprendentes, de los que me ocuparé otro dia. Fascinantes relatos que demuestran que la historia no siempre es como nos la han contado
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