jueves, 30 de enero de 2014

LOS HERALDOS NEGROS, UNA MUJER JUDÍA Y ÁNGELES SOBRE PARÍS

Hoy 30 de enero. Un dia atroz.

 Hay dias imposibles, dias que vienen marcados por una cruz negra, símbolo de que nuestra existencia, por aleatoria que sea, tiene siempre el gélido brillo oscuro de la muerte. Cesar Vallejo presentía esos heraldos negros y su cortejo fúnebre,"hay dias en la vida, yo no sé". Hoy. Apenas Juan Manuel Mompó y los amigos de Valencia me comunican la muerte de   Francisco Puchol, aficionado taurino y  galerista, descubridor de pintores y difusor del arte, fervoroso de Guayasamín, me asalta el trance mortal de Félix Grande: poeta, flamencólogo, hombre herido desde la raiz, carnívoro cuchillo que empezó a matarlo hace algún  tiempo. Se me van dos amigos y Catita y Paca Aguirre  quedan en soledad. De golpe, en unas pocas horas, la poesía de luto, el toro de luto y el flamenco de luto.
Tenía pensado escribir hoy  de áspides  (los de Cleopatra) en el Pavón; pero qué más viboras ponzoñosas que estas dos muertes. Tenía pensado hablar de La mujer judia,  en el teatro de Cámara. De la visita de Angel Gutiérrez a su viejo teatro donde la Unir e Ignacio Amestoy  han querido montar un Chejov y no han podido y se van al Galileo. O de Lluvia de ángeles sobre París, de Alfonso Sastre en el Lara. O del inminente estreno de un nuevo Fernnado Arrabal por parte de Pérez de la Fuente ya sin su actriz fetiche. María Jesus Valdés, difunta para el teatro poco después del martirio chino arrabalesco; o de la pasión española de Dionisio Ridruejo, dirigida también por el  ubícuo Pérez de la Fuente. Pero me apago,  me voy a negro. No soy como los payasos  que hacen reir a los niños mientras están llorando por de dentro. Se me funden los plomos con el recuerdo de Puchol y de Félix. Prafraseando un título del gran poeta fallecido,  "Negro" spirituals. El album de familia, último libro de  Félix Grande, se empobrece. No tengo ánimo para escuchar ni siquiera un seguidilla de Terremoto de Jerez.

3 comentarios:

  1. Gracias Javier, el nunca olvido tu amistad, tantas conversaciones, tertulias, tanto ...

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    1. Muchas gracias Javier, nuestro padre te apreciaba y admiraba.

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  2. Gracias Javier. Nuestro padre te apreciaba mucho. Formas parte de mi niñez. Un abrazo

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