Cronopio es una palabra que ni siquiera Cortázar sabía muy bien qué signficaba; puede ser un laberinto ental, un jeribeque, un bicho, una nebulosa, un ser húmedo y fantástico: un contradiós. O sea la historia de estos dias: Historias de cronopios y de famas Ayer acababa el diario, en realidad un apunte impotente y melancólico de diario, diciendo que Dios aprieta pero no ahoga; acaso pudiera haber dicho lo contrario: Dios ahoga sin apretar. Me hundo en la lectura de Felix Grande, en la memoria poemática de su viuda Paca Aguirre y la muerte del padre de Paca, agarrotado por la Dictadura en 1942. En mi inminente libro Historias canallas del Gijón, al que Felix habría puesto prólogo de no estar ya señalado por la muerte, se cuenta la historia del vil agarrotamiento de Lorenzo Aguirre. Vuelvo, pues, donde me quedé: en el sollozo por Félix Grande, el beso para Francisca, una invocación a la libertad de Prensa, tras la decapitación de PedroJota, y la invocación siempre nos quedará Casimiro y el carrusel de estrenos y de obras agonizantes que agita la cartelera madrileña. Por cierto, Casimiro García Abadillo, en quién PedroJota ha depositado su baqueteada esperanza, es tan buen aficionado al teatro como el Jefe, que afirmaba haber llegado a la dirección de periódicos por incapacidad para ser director de escena, mayormente de Teatro Documento, Peter Weis y por ahí. Por este lado puede entenderse la unión hipostática de ambas naturalezas en PedroJota, teatro y periodismo: agitación de las conciencias, contrapoder. El "caso PedroJota y el Mundo", Rajoy y el Borbón, no es sólo una cuestión de inquina personal, es la ira del poder cuando no puede controlar un periódico. Que nadie se alegre, le guste o no le guste PedroJota. Su cese es un aviso para navegantes; y el que se mueva no sale en la foto y se va a las tinieblas exteriores. Pese a lo cual, en el Mundo seguimos diciendo, pase lo que pase: Siempre nos quedará Casimiro.
El otro dia vi en Mirador, Ejecución hipotecaria, obra que me reconcilió con lo que podemos llamar el apocalipsis ético del teatro y me enfureció contra un sistema político de latrocinio y expolio; al fin todo es puta razón de Estado. Será un gozo escribir por extenso de Ejecuión hipotecaria ya que no podemos ejecutar a los banqueros. Me falta por ver Autoretrato de un joven capitalista, de Alberto San Juan. En Teatro de Arte ví La mujer judía, de Brecht, un meritorio ejercicio en solitario, ya fuera de cartelera, de Maria Porcel en Teatro de Arte. La mujer judía me llevó a algunas reflexiones sobre el horror del ser humano y la colosal obra de Victor Klemperer acerca de nazismo, ideología y lenguaje. En la Alemania de Hitler, ser mujer, si no era rubia, walquiria y teutónica, era no ser nada. Y ser mujer judía, menos que nada.
Se estrena mucho teatro, se estrena los lunes, los sábados, los domingos y fiestas de guardar. Y hay salas que cambian de programación cada dia: algo así como el café para todos cuando la Sagrada Transición Autonómica. En el Lara se ha puesto a Alfonso Sastre, lo cual puede parecer un indicio de normalización del teatro español, pero ni lo sueñen. Lluvia de ángeles sobre París la estrenó Antonio Malonda, en Euzkadi y en Madrid ha gozado del inmenso privilegio de estar 3 miércoles 3 y casi de tapadillo. No crean, sin embargo, que el teatro de Sastre, ha sido mejor tratado en el Norte que en la Metrópoli. El último miércoles es el dia 5; o sea que dese prisa quien quiera verla. Lluvia de Angeles sobre París es una comedia sobre la que el propio Sastre ha escrito: "este texto está al margen de mi producción habitual. Nunca antes había escrito con la intención de estrenar en un corto plazo y con miras comerciales". Para que vean que "el exiliado de Hondarribia" no se lo toma todo a la tremenda". Respecto a sus "ambiciones" comerciales, comprueben ustedes: tres miércoles en la bombonera del Lara. Menos da una piedra. La aparición de Alfonso Sastre, del que Pérez de la Fuente, montó, no hace mucho Dónde estás Ulalume, debiera llevarme al inminente Dali, de Fernando Arrabal y al inminente Dionisio Ridruejo, de Ignacio Amestoy, que ultima el citado Juan Carlos Pérez de la Fuente. Y la aparición de Fernando Arrabal, habría de llevarme a María Jesús Valdés y su martirio chino, actriz fetiche de Juan Carlos hasta que dejó de serlo; pero eso da para mucho y échale hilo a la cometa. Siempre es una aventura y una tentación escribir de Pérez de la Fuente, que oscila entre ramalazos de genialidad y ácidos brotes de depresión enredadora. Reconciliado con los teatros institucionales, CDN y Español, se espera que esta circunstancia ayude a aflorar al Perez de la Fuente genuino. Tiempo habrá para escribir de ello, incluso antes de los estrenos, que se centrarán necesariamente, en la crítica puntual.
Mientras llegan dias mejores para este atribulado país, todos cronopios, alucinaciones ; y algunas famas, por los suelos. Y caerán más bajas. !Que Dios nos pille confesados!.
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