sábado, 15 de febrero de 2014

EL ACIERTO DE DOS SALAS ALTERNATIVAS: TRIBUEÑE Y GUINDALERA

Escuché el otro dia en las Naves del Español, la voz en off de Irina Kourbeskaya en Gala, la amada de Paul Eluard y de Salvador Dalí;  un acierto esa dulzura, esa música de la voz de una actriz que ha puesto la Sala Tribueñe en la vanguardia del teatro español. En realidad no sé por qué a salas como la Tribueñe y Guindalera se les sigue llamando alternativas, término que siempre incluye una dosis de incertidumbre aleatoria. Están ya a otro nivel, como el alcanzado por la Cuarta Pared, por la Mirador, por ejemplo, o el que está tratando de alcanzar La Triángulo. A esta, además, nadie le podrá quitar el mérito de haber sido una de las pioneras en los tiempos heróicos; un recuerdo pues para Alfonso Pindado.
 Dentro de unos dias  La casa de Bernarda Alba, de Irina Kourbeskaya, irá al teatro Español y en ella Irina hace el papel de la abuela loquita meciendo en sus brazos a un cordero. Por ello, y por el riesgo que entraña trasvasar al Español una sal de pequelo formato,    habría que felicitar a Natalio Grueso, como felicitamos a Enrique Cornejo cuando llevó los ojos de Meller al Reina Victoria. Está Irina ahora  con Bodas de sangre en la calle Sancho Dávila donde más o menos estaba el sanatorio de los toreros; los toros, otra pasión española de Irina con Lorca y Valle Inclán. Y la canción y el cupléY todo ello pasado por Chejov. Aún recordamos el fuerte impacto de Por los ojos de Raquel Meller,   de Hugo Pérez, un talento de estirpe lorquiana que ha crecido en Tribueñe bajo la sombra protectora de Irina Kourbeskaya.

En la Sala Guindalera  ví el otro dia El artista del hambre, un terrorífico cuento de Franz Kafka, escrito en 1922, ya en las postrimerías. Un cuento tan terrorífico como La metamorfosis y mucho más que Informe para una Academia que, en el fondo  es nada más, y nada menos,  que una reflexón sobre  la pérdida de libertad y la pérdida de conciencia. La dramaturgia y la dirección es de   Luis D,Ors, es un riguroso  trabajo intelectual y dramático para reconvertir una narración de Kafka en materia escénica. Un artista del hambre es la historia de un hombre, un ayunador profesional, exhibido en un circo como espectáculo. El ayuno de este hombre rebasa las simples habilidades de la mística de un faquir para concentrar en su historia todos los símbolos kafkianos: soledad, incomunicación, misterio, fuerzas inexplicables que determinan la vida de los hombres: Absurdo, en definitiva. Poco tiene que ver con el hambre, en su sentido físico de carencia de alimentos, sino con la naturaleza del individuo sometido a escarnio por la sociedad a la que, sin embargo, trata de adaptarse.. La interpretación de Juan Ceacero, ágil, muy comunicativa, muy en plan número de circo, narrativa, no sé si transmite la esencia del relato; pero llega a la gente. Kafka es ya difícil de  por sí en una simple lectura. En teatro lo es más. Pero empeños como este de Luis D,Ors ponen de relieve la necesidad de un teatro de corte intelectual, desnudo de ornamentos. Un teatro que trata de ir a la naturaleza y la esencia del hombre marginado,  sin artificios. 

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