lunes, 16 de marzo de 2015

FALLAS. SORO; SIGUE VENCIENDO LA MALDICIÓN

Las cosas son las cosas, los hechos y la palabra que las nombra. Con esta filosofía, la tarde de hoy en Fallas tiene un nombre especial que la nombra y designa. La tarde se llama Soro. Y al decir Soro estamos nombrando no solo un apodo, sino una épica, una historia de héroes y semidioses. Y una conciencia del dolor, de la lucha contra el dolor y el olvido. El dolor aniquila, el dolor es el gran fracaso de hombre. O mejor dicho, es el gran fracaso de Dios, creador del hombre, si ese dios existiera que para muchos sí que existe. Para el mismo Soro, sin ir más lejos, traseúnte de quirófanos, carne de bisturíes: rodilla herida.
 Hay una tarde fatídica, la tarde de Pozoblano hace tantísimos años, de la que solo el Soro sobrevive; Paquirri murió aquella misma tarde, Yiyo murió año después en Colmenar Viejo. El Soro está ahí, trágico, solitario y otra vez vestido de luces, aclamado por el sorismo antiguo, venerado por el sorismo  de nuevo cuño que acaba de descubrir al viejo  héroe urbanita de la huerta.
 Hay otros efectos colaterales de aquella tarde maldita.  Tomás Redondo, apoderado de Yiyo, se suicidó; y a uno de los ganaderos del hierro que mató a Paquirri,  Bandrés, lo mataron a tiros en Algeciras por no sé qué ajuste mafioso  de cuentas. O sea que, si existe Dios y parece que Soro tiene argumentos sólidos para afirmarlo, existe también su correlato: el diablo. Y si existe el cielo donde todos se imaginan a sus seres queridos, también existe el infierno, antídotos recíprocos de sus respectivas maldades.
El Soro embraveció los tendidos de la calle Xátiva con un carisma olvidado en las plazas de toros; el Soro ha embarnecido pero sigue teniendo aire y cara de torero: el sorismo  cobra hoy más sentido que antaño, cuando era joven, atleta y banderillero de tormenta y tornado. Embarnecido y torpe, es una muralla  contra lo imposible y contra los toros. Demostró más fortaleza y más casta y  movilidad que todos los juampedros juntos.
 A partir de hoy es cuando el sorismo adquiere verdadera naturaleza de  fenómeno esencial. Envejecido, al menos en unos veinte años, se ha puesto en pie frente a la adversidad, desafiando a un destino que lo tiene marcado. Ha pasado de ser un movimiento taurino de masas, a un movimiento ecuménico y  espiritual. Lo mejor de la tarde, lo único que en verdad importaba, -aparte celebrar los 25 años de alternativa de Ponce, las lágrimas de Soro; su rabia de torero macho; y el ritmo lento de unas banderillas. Y sus puños cerrados como mazas de guerrero invencible. Pero los héroes también tienen sus riesgos y los dioses son vengativos. Al entrar a matar le falló el tino o la pierna biónica y quedó en el suelo al albur de una cornada.

 La tragedia habría consagrado el mito. Pero hubiese truncado sus intenciones más prosaicas y cotidianas. Soro es un romántico, pero ha vuelto para quedarse, porque necesita contratos. Y ese es el gran enigma: que será de este hombre cuando le echen toros inamistosos, cuando los empresarios y los públicos le exijan  más de lo que puede dar. No todas las tardes son tardes de celebraciones. ¡Va por usted!.  Y que Dios reparta suerte. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario