domingo, 4 de noviembre de 2018



Mundo obrero


Ideología sin arte (Publicado Metrópoli)
Texto y dirección, Alberto San Juan. Escenografía y vestuario, Beatriz San Juan. Iluminación, Raúl Baena. Música, Santiago Auserón. Reparto; Luis Bermejo, Marta Calvó, Pilar Gómez y Alberto San Juan. Escenario, Teatro Español, sala Margarita Xirgu. Tres asteriscos. 

Sigo a San Juan desde los tiempos de Animalario. La progresía de este país, que suele ser la negación de la izquierda, al menos de mi idea de izquierda, afirma que, como artista, a Alberto San Juan lo ha “estropeado” la política, más exactamente la ideología.   Mundo Obrero no se refiere al mítico periódico del PCE, el partido por antonomasia, que malversó Santiago Carrillo, sino al obreraje, la clase obrera como bloque histórico.  Gramsci al fondo y la cuestión del optimismo de la voluntad frente al pesimismo de la inteligencia.   Mundo Obrero es una historia de amor a través   de la clase obrera, que se desarrolla entre Luis (Bermejo) y Pilar (Gómez), plena sintonía entre ambos; una historia un poco tópica de la revolución con mayúsculas: RE-VO-LU-CION; perdí la cuenta de las veces que se invocaba este nombre.
En Mundo Obrero San Juan me gusta poco como actor, pero me gusta menos como autor.  Y me hace recordar la teoría de Mao en el Congreso de Yenan 1942: “una obra artística, por mucha carga política que tenga carece de eficacia si antes no es arte; degrada la ideología y degrada el arte”. Alberto  San Juan didáctico, doctrinal,  militante político como siempre.  La clave teatral de esta función la tiene Luis Bermejo en plenitud; dueño y señor del registro cómico y del registro dramático. Responde a la premisa inicial del canon brechtiano: lo primero y más importante, divertir.


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