viernes, 18 de octubre de 2019

LA GRAN NOCHE DE RICARDO III


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Ricardo III, ecos de sociedad

Noche para  recordar  y “el todo Madrid”  que decían los antiguos revisteros, en Pavón Kamikace en el estreno de Ricardo III. En la cumbre, Israel Elejalde. A Elejalde el escenario se le queda pequeño y se ha convertido en un activista tuitero; es un gozo verlo tan corrosivo y provocador.  Nada de la actualidad le es ajeno.
 Gente de la farándula y del arte en torno a Esperanza D,Ors  e Ignacio Amestoy; la imponente capacidad creativa de Esperanza, su fragilidad de hierro, que decíamos de la salud de Vicente Aleixandre;  poética monumental; Ignacio Amestoy y su trilogía borbónica y su exhaustiva profundización en la tragedia griega.  Ignacio García Garzón y Consuelo Rodrigo,  siempre en el paisaje teatral. Aparecen Ignacio y Consuelo y..todo en orden; la función puede empezar.  Javier Armada, poliédrico, que avisa obra.  De lejos me parece divisar a Irene Escolar, actriz de estirpe y genio, pero estoy seguro. Saludo a María Hervás con ese  punto fugaz de enigma eterno, sentada en la fila 8 a la que regresa  tras reverenciar a Luis Maria  Anson en primera fila con Celia Freigeiro y una desconocida.   Anson respeta los terrenos  de los críticos teatrales ha apoyado a María Hervás sin entrar en los  aspectos  técnicos  y específicos del crítico;   por elegante deferencia a la posición del analista, casi nunca se manifiesta críticamente. Elegancia de un intelectual del teatro.  Quizá no sepamos a través de él los fundamentos y la vertiente, luminosa y oscura,  del  sistema interpretativo de  María; pero conocemos  el color de sus ojos o la arquitectura de sus piernas.
 Otra actriz a la que Anson ha deificado siempre es María Pastor. Quizá la que más. Otra prueba más de la  sensibilidad premonitoria de Anson,  la hemeroteca no me dejará mentir. Me la encuentro en otra noche memorable en la Abadía, Terrenal, de Kartum. María Pastor prepara intensamente Yerma con la que se despedirá del útero protector de Guindalera.  
  Hace tiempo Anson y yo  coincidíamos en las salas alternativas, no nos perdíamos una función.  Y gracias a esta afición el Valle Inclán tenía un apartado especial, lo alternativo, cuya elección delegaba en mí y los demás miembros del jurado, que no iban a las salas alternativas o iban poco y tampoco a las convencionales, salvo Garrigues Walker y  mi adorada Fran, aceptaban por consenso.  Luis María, siempre de corbata y traje,   ironizaba  sobre su aspecto  de vendedor del  Corte Inglés.  Celia Freigeiro  se traslada al pasillo para conversar conmigo con más tranquilidad. Luis María ve teatro de una forma envidiable, y no me refiero solo a su perspicacia para valorar una función. Se sienta en la butaca flanqueado por dos chicas guapas cogido de las manos de ambas. Quienes hablan de las “chicas Anson” es pura envidia. El teatro de este país debe mucho a Luis María.  
Se  me hace raro ver a Celia Freigeiro fuera de la ceremonia de los Premios Valle Inclán.  Celia  deslumbrante presentadora de los premios,  nunca ha podido cantar el nombre de la Hervás como ganadora. Queda tiempo, ambas son jóvenes pero cada vez se hace más complicado. María ha sido candidata tres veces o cuatro y será difícil un nuevo papel a su medida para que se repitan circunstancias favorables. .

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