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Ricardo III, ecos de sociedad
Noche para recordar y “el todo Madrid” que decían los antiguos revisteros, en Pavón
Kamikace en el estreno de Ricardo III. En la cumbre, Israel Elejalde.
A Elejalde el escenario se le queda pequeño y se ha convertido en un activista tuitero;
es un gozo verlo tan corrosivo y provocador. Nada de la actualidad le es ajeno.
Gente de la farándula y del arte en torno a Esperanza
D,Ors e Ignacio Amestoy; la
imponente capacidad creativa de Esperanza, su fragilidad de hierro, que
decíamos de la salud de Vicente Aleixandre; poética monumental; Ignacio Amestoy y su
trilogía borbónica y su exhaustiva profundización en la tragedia griega. Ignacio García Garzón y Consuelo
Rodrigo, siempre en el paisaje
teatral. Aparecen Ignacio y Consuelo y..todo en orden; la función puede
empezar. Javier Armada,
poliédrico, que avisa obra. De lejos me
parece divisar a Irene Escolar, actriz de estirpe y genio, pero estoy seguro. Saludo
a María Hervás con ese punto fugaz
de enigma eterno, sentada en la fila 8 a la que regresa tras reverenciar a Luis Maria Anson en primera fila con Celia
Freigeiro y una desconocida. Anson respeta los terrenos de los críticos teatrales ha apoyado a María
Hervás sin entrar en los aspectos técnicos y específicos del crítico; por elegante
deferencia a la posición del analista, casi nunca se manifiesta críticamente.
Elegancia de un intelectual del teatro. Quizá no sepamos a través de él los fundamentos
y la vertiente, luminosa y oscura, del
sistema interpretativo de María;
pero conocemos el color de sus ojos o la
arquitectura de sus piernas.
Otra actriz a la que Anson ha deificado
siempre es María Pastor. Quizá la que más. Otra prueba más de la sensibilidad premonitoria de Anson, la hemeroteca no me dejará mentir. Me la
encuentro en otra noche memorable en la Abadía, Terrenal, de Kartum.
María Pastor prepara intensamente Yerma con la que se despedirá del
útero protector de Guindalera.
Hace
tiempo Anson y yo coincidíamos en las
salas alternativas, no nos perdíamos una función. Y gracias a esta afición el Valle Inclán tenía
un apartado especial, lo alternativo, cuya elección delegaba en mí y los demás
miembros del jurado, que no iban a las salas alternativas o iban poco y tampoco
a las convencionales, salvo Garrigues Walker y mi adorada Fran, aceptaban por
consenso. Luis María, siempre de corbata
y traje, ironizaba sobre su aspecto de vendedor del Corte Inglés. Celia Freigeiro se traslada al pasillo para conversar conmigo
con más tranquilidad. Luis María ve teatro de una forma envidiable, y no
me refiero solo a su perspicacia para valorar una función. Se sienta en la
butaca flanqueado por dos chicas guapas cogido de las manos de ambas. Quienes
hablan de las “chicas Anson” es pura envidia. El teatro de este país debe mucho
a Luis María.
Se me hace raro ver a Celia Freigeiro fuera de la
ceremonia de los Premios Valle Inclán. Celia
deslumbrante presentadora de los premios, nunca ha podido cantar el nombre de la Hervás
como ganadora. Queda tiempo, ambas son jóvenes pero cada vez se hace más
complicado. María ha sido candidata tres veces o cuatro y será difícil un nuevo
papel a su medida para que se repitan circunstancias favorables. .
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