sábado, 5 de octubre de 2019


Política, toros y Euskalerria

El activismo renovado  de  Arnaldo Otegi, a quien Idígoras pasó el testigo de Bildu,  en el frente catalán y un  homenaje a un torero vasco, ajeno a la política,  Iván Fandiño, de Orduña al que mató el toro hace tres o cuatro años; y, sobre todo  la prisión de Urruticoetxea, enfermo de cáncer que se curaría con tratamiento adecuado  claman muchos, la cuenta tuiter de MIREN sobre todo,  me trae a la memoria un personaje  singular, :   Jon Idígoras, por otro nombre Txiquito de Amorebieta.  A Iom Idígoras lo conocí en  unos sanfermines en el apartado/sorteo de la corrida de la tarde en el ambigú de la plaza de Pamplona. Un amigo suyo llevaba el periódico El Mundo en sus manos,  “yo, dijo Jon, leo ese periódico  para disfrutar con  tus crónicas de toros; yo quise ser torero”

. Se lo conté a PedroJota que me miró  muerto de risa; “me parece bien que aportes lectores, es tu obligación, pero a mí en el País Vasco me leen más que a ti. Y sobre todo me temen más”.

Esa mañana  Idígoras y yo hablamos de muchas cosas  supongo, pero sobre todo hablamos de toros Ion Idígoras  defendía con pasión el origen vasco  de los toros. Me invitó a comer en una taberna próxima a la redacción de Egin, y luego para hacer tiempo hasta la corrida me puse a jugar al mus con unos redactores a los que conocía de la plaza de toros,  unos pardillos que no sabían ni tenerlas. No volví a verlo.  Su recuerdo es una figura  musculosa de banderillero, un bigote rubio y una sonrisa a medio camino de la metralleta y el estoque. Nada más.

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