Mi padre no pisaba una iglesia y mi madre me llevaba a misa. Acabé en un Seminario para el cual me reclutaron los curas por chico listo, el más listo de la escuela. Mi madre estaba educada en el ambiente religioso de mis abuelos, Mariano y Elisa, que según me contaban, a las siete de la tarde en invierno, ya oscurecido, y a la misma hora en verano sin oscurecer, cerraban la puerta a cal y canto, rezaban el rosario y después cenaban frugalmente, una pucherilla de sopas hervidas. Pero mi madre no era tan ortodoxa, aunque yo creo que en mi conducta siempre influyó más mi padre que mi madre. Mi padre nunca fue bien mirado por la familia de mi madre y el tio Sergio creo que le tenía especial antipatía.En cambio en Carrión de los Condes le querían mucho. Era el recadero de las mujeres de Torre, aprovechando que iba a por las cartas, Francisco que me traigas una docena de pasteles que tengo invitados, Francisco que compres dos metros lienzo. Muy mañoso con el hierro, en verano se ajustaba de mecánico en la finca de los Imaz/Michelena y el director de la administración de correos, permitía que el servicio lo hicira yo..... Hombre recatado en el comer, guardaba para sus hijos el chorizo, la longaniza y el queso de las meriendas y el desayuno.
El
tio Sergio y su mujer la tia Pilar,
tenían una pescadería enfrente de la fábrica de armas, que atendía
personalmente la tia Pilar en la calle Héroes del Alcázar número 5. Eran los
parientes ricos y en cierta medida protectores a los que teníamos un respeto
imponente. Yo quería mucho a Socorro, una solterona, pariente de la tía Pilar a
la que empleaban de criada para todo.
Digo criada en la más amplia y radical acepción de la palabra que se utiliza en
los pueblos; sirvienta. En época cangrejera,
acompañado de la flor y nata de la sociedad palentina, el tío Sergio se
presentaba a pescar en Torre de los Molinos. En la guerra el tío Sergio creo
que dirigía un batallón ciclista y creo que nunca pasó de sargento, pero en la
posguerra tenía raro prestigio y autoridad sin mácula.
Mi primo Miguel Ángel se pasaba parte del
verano en Torre, jugábamos al Tour de Francia, (era la época de Loroño, Bahamontes….etc) con patos a los que hacíamos
subir unos grandes molederos, que semejaban montañas, camino del tojo de la Fría,, una profunda
charca que a mí me repugnaba, pues la
imaginaba llena de sapos, ranas, culebras
y otros bichos asquerosos. Yo hice la primera comunión con un traje
blanco de marinerito de mi primo Miguel Angel, que me quedaba grande por todos
sitios y mientras decía los versos preceptivos de la ocasión y accionaba con
una mano, con la otra me sujetaba el
pantalón para que no se me cayera.
La experta en pescar cangrejos a
retel era mi hermana Concha; los cogía a
cestos que se llevaban los invitados después de
haberse puesto morados de jamón, cecina, queso y chorizo que salía de la
despensa de Rosario, la hermana pequeña, la del pueblo y luego…..si te
visto no me acuerdo. Nuestra casa, donde vivíamos, hoy convertida en huerta y hermoso jardín por dos vecinas de infancia,
Chari y Bego, estaba a las afueras, en
el barrio de arriba, cerca del tojo de la Fría hoy supongo desecado, no podría
afirmarlo. Mi pueblo es vegetal y bonito,
lleno de árboles, arroyos y vegetación. Siendo tan pequeño, no más de 20 vecinos, tiene tres barrios; el barrio
de arriba, el barrio del medio o de la iglesia y el barrio de abajo. Así lo
conocí siempre y así sigue.
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