viernes, 28 de agosto de 2020

DOS ESTRENOS; PASO/AZORIN y EL BRUJO

 

  Paso/Azorin, en vanguardia. 

Mañana  en el Lara, la mítica Bombonera de don Conrado Blanco, de la calle Cava Baja, Ramón Paso estrena Móvil obra de la que es autor y director. La primera vez que escuché hablar de Ramon Paso, de la familia de los Paso y los Jardiel,  fue a María Diaz, periodista bilbaína afincada en Madrid, que donde pone el ojo pone el éxito. Ramón Paso, “no lo pierdas de vista ni a él ni a ninguna de las actrices de su grupo”. Y como lo que dice María Diaz va a misa -bueno a cualquier sitio menos a misa- ya no lo perdí de vista. El encuentro  fue feliz y afortunad; y empezamos recordando a Alfonso Sastre que siempre me reprochó  mí poco afecto al teatro de Jardiel: “no puede entenderse el teatro español de la segunda mitad del siglo XX sin Jardiel”. Tras el aviso de María Diaz, que hizo extensivo a tres actrices, Ana Azorín, Inés Kerzan y Ángela Peirat, no me he perdido nada de este teatrero, cuyos estrenos suponen un acontecimiento en el ámbito de la  vanguardia y la juventud. A estas se ha unido más recientemente Ainhoa Quintana. Algunos títulos iniciáticos, La ramera de Babilonia o Las leyes de la relatividad aplicadas a las  relaciones  sexuales, que sorprendió al jurado del Valle y lo encumbró como candidato al mismo al que solo accede  un reducido número de privilegiados. No es infrecuente la colaboración, muy delimitados los campos, con Eloy Arenas, un grande  del humor que anticipó “el final de una banda”, ETA,  con Burundanga, la obra que le ha dado fama imperecedera. Paso/Azorin ha rebasado ya este circuito para acceder al circuito superior, más o menos  convencional, sin perder ninguna de sus  virtudes.

 Drácula, el vampiro de Transilvana, Vlad Tepes el empalador, de Briam Stoker, con un melancólico Jacobo Dicenta de protagonista, fue un paso decisivo y Móvil continúa la trayectoria. Si el teatro es un arte eminentemente sensorial, o eso me parece a mí, Ramón Paso lo enriquece con un sutil toque intelectual que depura y acrisola esa sensorialidad. Tiempos de desolación, tiempos de pandemia, pero el teatro no muere.  Vuelve  también el  Brujo, con una arriesgada incursión en Valle, El alma de Valle Inclán. También Rafael Alvarez el Brujo cuenta sus intervenciones por éxitos. Desde el célebre Búfalo limpiabotas, de Juncal con Paco Rabal; desde La taberna fantástica, el borracho acuchillado, acaso  su mejor interpretación que lo ha marcado para siempre. Al menos esa era la opinión de Justo Alonso, un gran productor, un gran hombre de teatro que produjo La taberna, un sombrío y cruento drama.

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