miércoles, 2 de septiembre de 2020

 

In MEMORIAM Jaime PabloRomero; ganadero mítico y  ejemplar.

Lo conocí por mediación de Paco Apaolaza en Madrid, un día de San Isidro, en que los pablorromeros, imponentes de trapío y muy blandos,  rodaron por el suelo de las Ventas. Con el nombre de Partido de Resina, Jaime logró levantar en cierta medida  la ganadería. Mis ferias de Abril en Sevilla son indisociables de Jaime. Me hospedaba yo en el Hotel Bécquer y su casa en la calle Gravina, esquina casi al hotel, siempre estaba abierta a los amigos y al debate, con Menchu, su mujer,  de anfitriona impecable. Buena aficionada.

Veo la última foto de Jaime y en ella la devastación de la edad, sólo el carisma aún perceptible de una mirada franca. Ignoro si Jaime Pablo Romero era creyente. Pero recuerdo que, cuando el cáncer se le declaró irreversible a Paco Apaolaza,  lo llevó a Sevilla a procesionar vestido de nazareno no sé si en la procesión de la Macarena. Un liberal verdadero, en tiempos en que la palabra ya había perdido toda credibilidad. Cuando alguien nos decía “muchacho, tú, tranquilo que yo soy un liberal”, empezamos a adivinar por qué lado vendría el golpe. Severo y riguroso lector de las crónicas taurinas, era un gozo escuchar de su boca las críticas al crítico; circunstancia a la que yo no tenía inconveniente en prestarme. El problema era que nuestras discusiones era muy dialécticas, a veces tramposas por mi parte, como todo escritor que se precie, y congregaban en torno a nosotros a los invitados y podían ser eternas. Como las faenas de Enrique Ponce  que me parece tardó mucho en entrar en la Maestranza, si es que entró.

 Pero no había problema para el almuerzo. Salíamos “comidos” de estos suculentos ágapes  a base de jamón, queso y aceitunas gordales y algunos cazolitas calientes. Sonreía cuando Apaolaza y yo le decíamos que Sevilla tenía la peor prensa taurina del mundo, salvando a Carlos Crivel, corresponsal del Mundo y Antonio Lorca, corresponsal del País. La verdad es que los periodistas de la Metrópoli centralista no éramos bien recibidos en  Sevilla, salvo Barquerito que todo lo veía bien. Sobre el taurinismo de la crítica sevillana, Jaime  apostillaba sarcástico; “no, si taurina sí es, lo que resulta dudoso es que sea crítica”. Me comunica su muerte Macarena Pablo Romero, su sobrina. El coranovirus se ha llevado por delante el  debut de esta mujer como presidenta de corrida de la Maestranza. No sé si esa ha sido la causa de la muerte de Jaime; la muerte es la muerte venga de donde venga.

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