jueves, 24 de septiembre de 2020

 

PANDEMIA. Historia ¿magistra vitae?

Tiempos de aflicción, que no nos harán mejores. Mi confianza en el ser humano, que nunca fue inenarrable, ha ido disminuyendo. Conservo, sin embargo, cierta lealtad a unos  principios, que me inculcaron mis padres y que me llevaron primero al Seminario y luego, colgada la sotana, al Partido Comunista. Esto me trae a la memoria las posibles relaciones entre Cristo y Marx y la pregunta de porqué algunos excuras, o curas como Paco García Salve,  acabaron en la revolución o en curas obreros. O en las guerrillas de liberación del Cono Sur de Latinoamérica. Hace siglos con el pensador Carlos Comin  algunos tratamos de articular un Movimiento Lo del Seminario, quizá no fuera tan desinteresado; era un chico listo, el más listo de la escuela, y doña Gloria, la maestra, se empeñó en que mi destino no fuera  destripar terrones. ¡Doña Gloria! Y mis hermanos Elisa, Arturo, Jose Maria, Concha, (otra hermana muy guapa, Mercedes,  de apenas 25 años, murió de ignoro qué mal que se la llevó en pocos meses). Mis hermanos vieron con  buenos ojos que el pequeño, en vez de a cavar,  se dedicara a los estudios mientras ellos apechaban con las faenas del campo sostén de la familia.

Lo que yo quería, y quiero, decir es que esta prueba universal no nos hará mejores. Y pese a todo, la historia seguirá. Historia, magistra vitae. Pero una maestra menos eficaz que doña Gloria, la maestra de mi aldea, a la que debo buena parte de lo que hoy soy si es que  soy algo. Es terrible escuchar las noticias de muertos e infectados por el coronavirus. Es terrible todo lo que está ocurriendo y lo que queda por suceder. Peor que una guerra, que ya está mostrando sus efectos devastadores. Y pese a todo, no deja de sorprender cómo la vida se manifiesta en un bebé de apenas ocho meses, cómo este cambia y se renueva,  no a cada día, sino a cada hora a cada minuto; indiferente a todo lo que ocurre de puertas para afuera. Crece y crece como el niño al que Miguel Hernández dedicó las Nanas de la cebolla, pero mejor alimentado; “no sepas lo que pasa  ni lo que ocurre”. La vida sigue

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