lunes, 21 de septiembre de 2020

In memoriam; Gerardo Vera, la plasticidad creadora

 

El teatro total

Se fue Gerardo Vera,  a los 73 años; agotó todas sus vidas posibles,  y las imposibles. Diaz Caneja, un pintor de culto, confesaba que se aprende a pintar a partir de los setenta años. A Vera le quedaba por lo tanto, lo mejor de su vida creadora. Ha tenido que morirse para darnos cuenta de que la multiplicidad de sus vidas artísticas no cabían en la rutina de su vida diaria. Por eso siempre había algo de él que se nos escapaba.  Gerardo Vera, es más que un escenógrafo; es un hombre de teatro total. Su condición de escenógrafo dotaba a su teatro de   una plasticidad  muy personal. Conocí a Gerardo Vera en una cena restringida en un hotel moderno y muy famoso, que se había puesto de moda  gracias  a Victoria Beckan mujer de un futbolista afamado.  Estábamos gente de teatro convocados por no recuerdo qué  emisora de radio. Empezamos hablando de teatro e ignoro a través de qué derivas dialécticas terminamos, Gerardo y yo,  hablando de Mao. Quizá fuera porque alguien ensalzó por razones ideológicas, un mediocre espectáculo en cartel, y yo respondí  que no importa la carga política de una obra si antes no es arte;  y apostillé “congreso de Yenan…..”  Gerardo no me dejó terminar  y matizó:  “Mao Tse Tung 1942”.  Nos quedaba por dilucidar, o me queda a mí, si el teatro es arte u otra cosa, un lenguaje tan específico que no admite definición.

Se lo ha llevado por delante el coronavirus asesino; pero quedan sus montajes, por una circunstancia u otra,  todos dignos de recordación;   de su última etapa, queda, por ejemplo,  Agosto, con Carmen Machi y Amparo Baró. Y sobre todos, Los hermanos Karamazov. Con un Juan Echanove en estado de gracia infernal   y Marta Poveda,  sublime en  una Grousenka turbadora y enamorada. Yo, lector impenitente de Fedor Dostoiewski, he amado   todos los   personajes de su colosal obra,  incluido el padre abyecto, borracho y pendenciero de los Hermanos. Pero, a través de Marta Poveda,  amé  sobre todos,  a Grousenka tiranizada por el amor a Dimitri.  Nunca diré, “Gerardo Vera ¡descansa en paz”. Donde vayan las almas de creadores como él, nunca habrá paz. Machbeth, cuyos ensayos con Marta Poveda de protagonista de nuevo, estaban a  punto empezar, se ha quedado solo. Y nosotros también. 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario