jueves, 12 de noviembre de 2020

JAIME SILES, UN POETA Y UN AMANTE DEL TEATRO

 

Jaime Siles; generosidad y rigor intelectual

Mi deuda con Jaime Siles es inabarcable y nunca la saldará un breve artículo. Me parece recordar que nos conocimos allá por los años setenta del siglo pasado, como jurados de los Premios de la Nueva Crítica. No estoy muy seguro. Hoy compartimos algunas cosas, entre ellas el amor al teatro: ambos formamos parte del Jurado del Valle Inclán, organizado por Luis María Anson que ha llegado a pedir para Siles un sillón en la Academia. Infructuosamente. La Academia no aceptó a Rafael Alberti, que se meó en sus muros: tardó en aceptar a María Moliner, autora de un diccionario de la lengua, imprescindible. Y, pese a Fernando Lázaro Carreter, presidente, que se lo había prometido, también cerró las puertas a Francisco Umbral.

  En mis tiempos de cronista taurino del Mundo, aunque a Siles no le gusten especialmente los toros, compartíamos mesa, y sobre todo sobremesa nocturna, en el Cañal, en Fallas y Feria de Julio en Valencia. Es un gran poeta, de palabra exacta sin barroquismos, sin adjetivaciones ornamentales.  Y un amigo. Le puso prólogo a la antología de mis versos, El corazón cruel de la ceniza, y con pocas líneas definió magistralmente mi condición de poeta y de periodista como modelo de independencia y soledad, ajeno a grupos y modas. Puede que nunca pueda yo   ponerme a la altura de ese prólogo. Espero que, pasados estos tiempos de aflicción, de absoluto confinamiento para mí, volvamos a encontrarnos.

 

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