Dos autobiografías; General
Franco, )Vázquez Montalbán) y Palabra de director,
)PedroJota Ramírez.
¨´Ya en el otoño de mi desventura¨,
invierno sería más adecuado, que diría Ricardo III el diabólico cojo shakesperiano, he devorado con pasión dos libros que ayudan a entender mejor este país llamado España; Autobiografía
del general Franco, de Manuel Vázquez Montalbán, in memoriam, y Palabra
de director, primera entrega de las memorias de PedroJota Ramírez. He
incumplido en parte mi propósito, siempre
aplazado por culpa del periodismo, de dedicarme a la poesía pura, o impura, sin
que ni siquiera las memorias Javier
Villán, una vida de teatro, me distrajera de mis afanes ensimismados. Pero
ha merecido la pena.
La ¨autobiografía¨ de Franco es un libro vitriólico y divertido, escrito por un
intelectual, genial escritor de novelas
policiacas, al que con frecuencia diéronle cárcel las Españas; Manuel Vázquez
Montalbán, discípulo de Manuel Sacristán el brillante y ortodoxo exégeta del marxismo, creo ha sido el último genio de la literatura española y del articulismo,
aunque él prefiriese adjudicar ese título a Francisco Umbral. No sé si
llegó a consignarlo por escrito, supongo que no, pero yo se lo escuché a raiz
de una conmovedora columna de Umbral en el Mundo, La niña de Basora. Umbral podía ser, y
lo era cuando quería, un estilista refinado, un inventor del idioma a base de
neologismos y un restaurador del lenguaje de la calle, la tralla y la caricia, pero carecía de la formación y el conocimiento políticos
de Montalbán. Paco era un autodidacta y
Montalbán un académico marxista.
Nunca entendí la sumisión literaria de Paco
al magisterio de Cela peor escritor que Umbral y, además, humanamente, un
miserable capaz de ofrecerse, según carta
reproducida por Editorial Akal,
como confidente a la policía, entre sus
amigos del Café Gijón. Supongo que le consideraba el puente necesario
para acceder al Nobel de Literatura que con más merecimientos que, Camilo,
se le negaba a Miguel Delibes, protector y padre literario y
periodístico de Umbral. Y que Paco Umbral no habría desdeñado, consciente siempre de sus ilimitados
merecimientos literarios. ¨Escribe como
mea¨, dijo Delibes de Umbral refiriéndose a su facilidad y rapidez.
Palabra de director. Editorial
Planeta. Nunca fui del equipo de PedroJOTA, que él se había llevado
de Diario 16, vaya esto por delante. Pero
en el Mundo escribí a gusto y sin limitaciones. De toros y de
teatro. Alguna vez le pedí escribir de política y me contestó socarrón que ya
politizaba bastante las crónicas de toros. Si es verdad lo que cuenta PedroJOTA
en estas casi mil páginas de memorias, y no tengo ninguna razón para no
creerle, gran parte de lo que ahora
ocurre en España, para bien y para mal, se debe al protagonismo de Ramírez, Diario
16 y El Mundo. Pedro Jota muñidor omnipresente y omnipotente de la vida
política, entusiasta mentor de Aznar, su rival de paddell en el Club Abasota,
junto al Mundo y confidente
e iluminador de Rodríguez Zapatero, hasta que dejó de serlo si bien en
términos no abruptos del todo. Y admirador antes, también, de Felipe González, hasta que se
devolvieron las cartas y el rosario de la madre, por quítame de ahí al GAL creación
de González, la guerra sucia y la
corrupción de los sociatas. Sociata es término que un servidor puso en
circulación para diferenciar a la tropa
felipista de los verdaderos socialistas si alguno quedaba de la estirpe del
tipógrafo, Pablo Iglesias, al que continuaban recordando en Casa
Labra, la taberna de los sabrosísimos soldaditos de Pavía, trozos de bacalao
rebozado.
Hay páginas memorables en Palabra
de director como sus contactos con ETA y los tres días que pasó, mano a
mano, con Txelis fundador y máximo cerebro de la Organización, consensuando a cara perro una magistral entrevista
y llevándolo contra las cuerdas al abordar la masacre de Hipercor con
varios niños muertos. Este atentado y el asesinato de Yoyes, la mítica y
jovencísima activista que desertó de la Organización y a la que condena
inexorablemente, hacen aflorar un atisbo de sentimentalidad en Txelis.
Nada elude PedroJOTA, ningún tema por
escabroso que sea como el vergonzante episodio de Rapú, del que lamenta
no haberse dado cuenta a tiempo de que de Felipe González, Barrionuevo, Vera y El País de Polanco y Juan
Luis Cebrián. La próxima entrega promete ser, quizá, más apasionante y es
de esperar no decepcionará probablemente su visión del felón y desleal Antonio
Fernandez Galiano gran capo de Unidad Editorial, que aprendió italiano a
marchas forzadas. PedroJota acaba reconociéndose vencedor y rey, pero en
la última línea del libro asume que nadie ¨´reina impunemente¨
.
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