San Isidro y los toros. Marcos de Celis en el recuerdo
Pudo a todos los toros,
menos al toro de sí mismo. Traigo a colación a este torero de Palencia ya
fallecido, porque en los sanisidros, siempre nos veíamos en las Ventas donde
iba acompañado por su protector y amigo, Santiago Amón, un palentino nacido en Baracaldo, un
conferenciante inusual, encantador de públicos y serpientes, que entones llamaban charlistas. Recuerdo a Marcos
de Celis, abrigado por una gabardina contra la llovizna y el fresco en los
tendidos de las Ventas y una gorrilla de visera rural. Gracias a Santiago Amón, nos hicimos amigos y
lo incluí en mi libro de 21 entrevistas/reportaje Palencia paisajes con
figura, con el disgusto de algunos escogidos para el mismo que llegaron a
plantear la disyuntiva, yo o Marcos de Celis. Iban de farol, lo ví
enseguida como buen jugador de mus que soy. Respondí que no aceptaba desafíos excluyentes
y que, así las cosas, ellos quedarían fuera del libro. Como era previsible se
la envainaron y dieron marcha atrás. Quien está fuera de ese libro es el propio Amón
por decisión irreflexiva o por desidia, estrictamente personal, que Peridis
y yo lamentamos profundamente y no entendimos. Cuando le entregué un ejemplar,
Santiago, al ver la nómina de entrevistados, lo lamentó más. Peridis me había
recomendado encarecidamente que contara con Amón, palentino de raiz aunque
hubiera nacido en Baracaldo. Lo mismo me dijo el poeta, vanguardista y audaz, Gabino
Alejandro Carriedo. Sigo convencido de que la charla con Marcos es
la mejor entrevista del libro y no por mi calidad de entrevistador, sino por la
riqueza humana del entrevistado. La edición la financió la Casa Regional de
Palencia en Madrid, de la que era presidente Lorenzo Rodríguez Durántez,
natural de Riveros de la Cueza y ocupaba, creo recordar, un alto puesto en el Ministerio de Cultura. Lo
ilustró con dibujos de iglesias y paisajes palentinos, Francisco Alcaraz,
pintor y restaurador, que sentía una veneración sobrenatural por los Berruguete
de Paredes de Nava. Alcaraz regaló sus dibujos a la Casa de Palencia sin cobrar
un duro, y no sé qué habrá sido de ellos. Le dieron una cena homenaje, eso sí,
y fue la única vez que los Caneja, Juan Manuel e Isabel
Fernández Almansa pisaron la Casa. Marcos de Celis tenía la sospecha
de que en Palencia nunca lo habían querido, ni como torero ni como persona. Yo
creo que no era así, pero él sí lo creía.
Marcos era muy amigo de Antonio
Chenel Antoñete, que le regaló una rubia, una
furgoneta para llevar a la cuadrilla, y siempre que podía lo metía en los
carteles. Había cierta afinidad ideológica entre ellos; la familia de Marcos,
en Villamoronta, había sido de la UGT antes de la guerra. Chenel en la
Transición, se ofrecía a torear con Gregorio Sánchez, el sólido y
clásico torero toledano, corridas a beneficio del PCE. La vida torera de Marcos
de Celis, excelente y dominador capotero sobre todo, llena de altibajos, se extinguió
definitivamente, cuando decidió ir a trabajar
las minas de Bélgica.
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