domingo, 10 de diciembre de 2023

 MATAR A FRANCO, misión NO imposible

(Fragmento de MEMORIAS DE JAVIER VILLAN) Ahora que, como remedio al genocidio que Israel y EE UU están perpetrando en Palestina, muchos sugieren ajusticiar a Netanyaju, criminal de guerra, quiero decirles que eso es fácil, siempre que uno esté dispuesto a morir en el empeño;  y quiero decirles también que además no es pecado. La propia Iglesia, y el Papa  justifican, o justificaban, el magnicidio, si éste "redunda en el bien común". Los jóvenes insurgentes de mi generación, hoy  ochentones en escombros, todos queriamos matar a Franco. Media España quería matar al dictador que, dicho sea de paso, murió en la cama. Atormentado por el dolor y por las conspiraciones que se urdían a su lado, pero en la cama. Que Dios le haya dado lo que se mereciera o mereciese. Quizá no se lo crean, pero yo tuve la oportunidad, y la misión,  de matar a Franco y.... no me atreví. Lo tenía  a dos metros, entre la muchedumbre que lo aclamaba a la entrada del Pazo de Meiras, donde acostumbraba a pasar un mes de retiro  en verano y saliendo a la pesca del salmón en la que era un artistazo, un fenómeno. Siempre pescaba el más grande. Una revista o semanario, cuyo nombre no recuerdo, me había encargado un reportaje sobre el evento, un reportaje de "interés  humano", no exento de algun sutil toque político intencionado. La dueña y habitante del pazo había sido doña Emilia Pardo Bazón, gran esritora y amante viajera y juguetona  con don Beito Pérez Galdós, si hacemos caso de las tórridas cartas que se cruzaban entre ambos.

A Franco lo tuve a tiro,  como suele decirse. Pero no me atreví, Me puse a buscar  excusas a  mi actitud;  la menos acusadora de mi cobardía era que aquello habría causado una mortandad de inocentes. Pero era un autoengaño. La verdad verdadera es que tendría que haberme inmolado yo mismo, y eso me producía cierto desasosiego. Cuando me incorporé al cortejo,  llevaba en el bolsillo de la guayabera de verano una granada que nadie descubrió en el somero y rutinario cacheo a que me sometieron. El carné de periodista era un salvoconducto. Hubiera bastado tirar de la anilla de la granada, dejarla caer al suelo y !boom! todos al carajo., incluido yo mismo. España salvada, los rojos en las cárceles salvados. y liberados, los exiliados de vuelta a casa,  al  dulce hogar. El mensaje de navidad...!!!españoles...!! , a tomar por donde amargan los pepinos....Y los joyeros, jubilosos aboliendo el canon gremial, la caja de resistencia  con el que sufragaban los gastos que doña Carmen Polo de Franco, apodada " la collares",   ocasionaba en las joyerías,  que no se atrevían a cobrarle sus  carísimos caprichos. Todo eso pude conseguir aquella mañana en el Pazo de Meirás. Pero no me atreví. Está visto que no tengo madera de héroe.

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