sábado, 27 de enero de 2024

Reivindicación del pateo en el teatro

Peris Mencheta, un grande de la escena y del cine español, y el servidor de ustedes un poco menos grande que esto firma, creamos in illo tempore, antañón que diría Paco Umbral, la ORDEN DEL PATEO o algo así. Reivindicábamos con ella lo que pudiéramos llamar la “claque negativa”, la genuina, que por un bocata, un vaso de vino y entrada gratis la noche del estreno  pagados por la competencia, se encargaba de reventar un estreno.  Nada nuevo, pero en desuso. Queríamos, en suma, que todo el público fuese claque, curioso fenómeno teatral y social gracias al cual yo pude ver teatro en mi juventud impecune. Reivindicábamos la posibilidad del pateo en los estrenos para neutralizar el aplauso convencional y cortesano de los estrenistas: amigos, novias, padres y hermanos del autor estrenado. No recuerdo si llegamos a ponerlo  en práctica, aunque convinimos aplazarlo  hasta después de uno de los estrenos de Mencheta o de algún amigo. Nuestra común amiga María Diaz, siempre entusiasta y siempre amiga de sus amigos, pero más amante del buen teatro, me trae noticias de Peris Mencheta activo y siempre triunfante. Algunos contratiempos pasajeros perfectamente superables por la indomable vocación de crear y de vivir de este teatrero. Lo humanamente posible y aun lo divinamente imposible está en nuestras manos. Por causas ajenas a mi voluntad, malvadas dificultades locomotrices, pasajeras espero,  veo poco teatro últimamente. Y escrito está que una vida sin teatro es menos vida. Así que ignoro cómo va aquella cosa del pateo. Del lado obscuro de la crítica me pasé al lado luminoso y siempre amenazado de la autoría. No hace mucho estrené en la sala Guindalera, de Teresa Valentín y Juan Pastor, Diálogo imaginario entre María Casares y Albert Camus. Noche de infierno, pese a que la dirección y escenografía de David de Loaysa y la interpretación de Sabela Hermida y German Torres fueron cumbres. Y pese a las ovaciones y el clamor, y taquilla agotada los tres días iniciales, fines de semana y gira posteriores. El morbo, supongo, de ver al severo crítico, ¡!!criticado!!. Sólo patearon cuatro o cinco, quizá una docena de espectadores, pero todos convinimos en aceptar  que la causa era porque esos señores o señoras tenían frio  en los pies y necesitaban calentárselos, aunque fuera junio. Voy a repetir aventura, y estoy en ello, con otro texto, Diálogo entre Fridha Khalo y Leon Trotsky. Admirado amigo Sergio Peris Mencheta, vuelve pronto. Tenemos que revisar aquello del pateo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario