Acabo de llegar de Palencia y a punto
he estado de quedarme por allí algunos días, o para siempre –el siempre es
siempre relativo y corto- a poco que Antonio
Piedra hubiera dispuesto en Valladolid los primeros encuentros con las
autoridades de Castilla Y León para organizar el Legado Javier Villán.
El “legado Javier Villán” es el académico nombre que ha dado la Fundación Jorge
Guillén a mis pertenencias intelectuales: manuscritos, cartas autógrafas, biblioteca,
pinacoteca: mi vida (la mia y la de Ana) y sus peripecias en cartas, cuadros, libros dedicados y esenciales en mi formación
o deformación de escritor. Otras pertenencias no existen.
Dada la situación en Gaza, Palestina, Antonio Piedra me
sugiere la reedición, actualizada de Parábolas
Palestinas. Y en la presentación de
Historias golfas del Gijón, Fernando Caballero recuerda las abruptas
peripecias de mi libro Sonetos de la
impostura, cuando el felipato de Felipe
González. Habrá, por supuesto, Nuevos Sonetos de la Nueva Impostura, de
cuando el aznarato de José María Aznar y
el rajoyato de Mariano Rajoy.
Me hubiera quedado en Valladolid que está a un
tiro de piedra de la vieja Pallantia, la primera Universidad de España; dando
vueltas a la organización del legado con Antonio Piedra que no pudo ir a la
Feria por atender la salud de José
Jiménez Lozano, el autor de Guia
Espiritual de Castilla, postrado en el lecho del dolor y no es metáfora. ¡Arriba
los corazones!, maestro. Y repóngase pronto.
En Palencia estos días he aprendido por fin quién fue Tello Téllez de Meneses, que da nombre
a una institución académica ; fue el obispo que en connivencia con Alfonso VIII me cuentan quienes saben, trajo la universidad
a Palencia; o sea, un respeto a este obispo, aunque no mártir, que no es un
cualquiera. Pero no he tenido tiempo de indagar quién fue aquel americano
ilustrado y millonario, o sus descendientes, que quiso comprar la Iglesia de San Martín de
Frómista, piedra a piedra y que ya tenía casi embalada; más que nada por ver si
la oferta sigue en pie y se puede organizar un busnes internacional. Es cosa de negociarlo con Patrimonio Nacional
y con las autoridades municipales y espesas de Frómista; o con los dueños de
ese terreno frente a la primorosa iglesia, que, al parecer, mandan más que
nadie. Al amparo de la Ley, eso sí. Yo quiero saber si la ley, por antigua que
sea, puede ir en contra de esa pieza capital del Camino de Santiago; díganoslo
el sabio Peridis, que sabe de esto más que nadie.
A mí me cuesta mucho ir a Palencia,
pero me cuesta más volver. Fui a firmar libros a la Feria que organiza el
Ayuntamiento y la editorial Cálamo y me hubiera quedado. Fernando Caballero de
El Norte de Castilla, dijo glorias sobre Historias
golfas del Café Gijón y me señala una errata que humildemente corrijo; el
gran pintor Pedro Mozos no es de Herrera
de Pisuerga, sino de Herrera de Valdecañas: tomo nota. Sobre La Argentinita, que he escrito en
collera con Diana de Paco Serrano,
hablo yo; cualquier oportunidad es buena para hablar de una familia clave en el teatro
español de la segunda mitad del XX, como los De Paco Serrano. Desde que Diana ganó el premio de textos teatrales Ciudad de Palencia, con Obsession Street, es una autoridad en la antigua capital de los vaceos. Se la
reverencia yo creo más que a mí. Y yo le cedo gustoso la primacía de hija predilecta, si llegaran a otorgársela.
Me hubiera quedado en Frómista
haciendo guardia junto al chamizo y andamiaje
plantado a poquísimos metros de San Martín. Sin novedad en el
frente; las obras siguen su marcha con el beneplácito del Patrimonial Nacional
y con todas las bendiciones provinciales y municipales, episcopales, vaticanas,
ángeles, arcángeles, querubines, serafines y tronos y dominaciones. Es decir,
todos los ángeles del cielo. O sea que no nada hay que hacer, me dice David
Valderrama que ha indagado en la cuestión y ha topado con las leyes:
Alea jacta est.
Rafael
del Valle, arbotante y fuste de la Fundación Caneja desde que se fundó, es
de la misma pesarosa opinión que Valderrama: legalmente, todo está atado y bien
atado y el Patrimonio Nacional atiende más a una legalidad privada de la noche
de los tiempos, que a la naturaleza ecuménica del Camino de Santiago. De
momento, tranquilos; el comando de honderos se ha disuelto y nadie está
decidido a volar la nueva construcción con un bombazo. Y no por miedo a dañar
la magnífica fábrica de San Martín, esa especie de arqueta purísima del
románico más puro del universo mundo, sino por respeto a la ley y el orden.
Silencio absoluto de todos los ilustres palentinos
de la diáspora -muchos y poderosos- periodistas de combate como Jesús Cacho, de al lado de Frómista ,
del pueblo de Villarmenteros. Y silencio estruendoso, que yo sepa, de Peridis
el genial dibujante, el palentino
universal que más sabe del románico del Camino de Santiago y quien, de todos
nosotros, más horas y desvelos le ha
dedicado a la Ruta Jacobea. Ángel Luis
Barrera, presidente de la Asociación de Amigos del Camino ha escrito un
artículo en defensa de San artín; pero hay cosas que en Palencia se oyen y no
se escuchan: como quien oye llover.
Rafael del Valle me regala su último libro, Palencia,
aprendiz de capital: con densidad de historiador y agilidad de buen
comunicador. Prometo ocuparme de él con detenimiento, pues aborda un problema
de identidad que siempre me ha preocupado; una colectividad que, pese a los
esfuerzos u paso del tiempo, es incapaz de dar el paso definitivo del ruralismo
a la modernización plena.
Palencia: Jorge Manrique, Marqués de Santillana, Sem Tob Gómez Manrique, los
Berruguete, Tello Téllez de Meneses –que no se me olvide Tello Téllez de Meneses
-, Juan de Villoldo, primera
Universidad de España…Y la Torre de San Miguel y la catedral, La Bella
Desconocida. O sea. Cada vez quedan menos restos del pasado; lo cual no estaría
mal si se estuviera invirtiendo en el futuro: Palencia, aprendiz de capital, Rafael del Valle.
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