lunes, 11 de mayo de 2015

ESPAÑA DEL DESTIERRO,SALA UNIR. DEL CID CAMPEADOR A BERGAMIN

Arranque brillante del primer Festival Unir Teatro de Chamberí. Las mocedades del Cid, Guillen de Castro dirigido por un hombre de cine y de televisión Roberto Santiago; en la sala UNIR que hasta hace poco fuera El Sol de York. Rodrigo Diaz de Vivar, primer desterrado español de un territorio que entonces aún no se llamaba España, la tierra cainita. “Al destierro con doce de los suyos, polvo sudor y hierro, el Cid cabalga” (Manuel Machado). El Festival seguirá con Hablando de España, (Unamuno, Cernuda, Celso Emilio Ferreiro, Salvador Espriu, Gabriel Aresti, Alberti, Max Aub…) la España única y pluricultural, la transterrada, dirigido por David de Loaysa. El festival cerrará con Lágrimas sobre el viento, de Gabriel Antuñano sobre León Felipe, el poeta errante, dirigido por Ignacio García e interpretado por Santiago Ramos: la España peregrina. Ese es el quid de la cuestión.
Teatro Unir ha rescatado un texto que refleja el concepto del honor con tanta intensidad como Calderón. La muerte del Conde Lozano, padre de Jimena, a manos de Rodrigo por haber ofendido a su padre Diego Laínez desata un memorial de agravios.
Roberto Santiago, ha resuelto las dificultades del texto con un montaje en el que funde las ceremonias y el protocolo de la Corte, la épica de la guerra y un hombre y una mujer que se aman; y que se odian por culpa del honor. Este montaje es el resultado de un laboratorio-taller de la Escuela de la Unir, centro superior de profesionales que pretenden enriquecer su oficio. Parten del Método, de raíz stanislavskiana, pero hay también un eco lejanísimo de los laboratorios de Grotowsky.

Ramón Gómez de la Serna.
El Teatro en Madrid desborda todas las previsiones, todas las posibilidades, todo lo imaginado. Teatro a todas horas, todos los días y en todas partes. En el Conde Duque, un domingo por la mañana -como si fuera una misa de doce- Pedro Manuel Víllora convoca en torno a Ramón Gómez de la Serna. Víllora es una de las inteligencias luminosas y más audaces del teatro español. Y lo será más si su dedicación burocrática al gobierno de la RESAD no lo pervierte. Aparte de deformar talentos naturales con venenosos academicismos, los profesores de la Resad han alicortado algunos otros.
Víllora tiene ya una obra consolidada; y publica más que nadie aunque no estrene más que nadie. En esto no le ocurre ni más ni menos que a los demás autores españoles. El Ramón de Pombo es una regocijante inmersión en el cuadro de Solana, la tertulia de la célebre cripta y sus códigos. Paso por el patio de arrastre siempre que voy a las Ventas. Imposible no recordar El Desolladero, acaso el mejor cuadro de Solana, aquel paleto que llegó a París preguntando en la estación dónde estaba la fonda. Conmueve la fidelidad ramoniana al cuadro del Pombo y a todos los retratados: Bergamín, Borrás, Bacarisse, Vighi… Dirige el breve texto Félix Estaire. Siempre hay motivos para volver sobre Ramón y... sobre Víllora… De momento, ya saben: todos los domingos a las 12,00 y las 13,00 horas en el Conde Duque. Como si fuesen a una misa laica: la misa de Ramón.

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