lunes, 22 de junio de 2015

LOS TARTAMUDOS CONTRA EL DRAE.

Irritación por un título teatral.
A propósito del uso de la palabra tartaja en la crítica de El discurso del Rey, me reconvienen, en nombre de la Fundación de la Tartamudez, llamándome despreciable. La web de dicha asociación reproduce su carta al director del periódico el Mundo, publicada con todos los honores, pero silencia mi cortés y educada respuesta: brevísima. Por eso y por el reportaje sobre las funciones de esa asociación publicado a los tres dias también en el Mundo, amplio en mi blog la contestación.
Lo de tartaja, señor Sánchez, señor Majuelo  no es cosa mía, sino del diccionario de la RAE y algunos diccionarios más, que lo definen como sinónimo de tartamudez. La cuestión, pues, de la Fundación Española de la Tartamudez o del señor Sánchez es con los diccionarios  no conmigo. El problema social que pueda originar esa condición oral diferenciada, sí es cosa de una política, un orden social discriminatorio y unos cafres insensibles. Y sí me interesa. En esas reivindicaciones, usted señor Sánchez, señor Majuelo,  Fundación  y portavoces me tendrán siempre a su lado. La cuestión semántica  es otra historia. Eleven la protesta a filólogos y lingüistas. Si necesario fuese firmaría “yo también soy tartaja”; como en tiempo de la Oprobiosa y en defensa de colectivos perseguidos firmábamos, “yo también soy maricón” o “yo también he abortado”. El lenguaje dice lo que queremos que diga.  
El rey tartaja: nunca un titular “desafortunado”, dicen, de una crítica, había levantado tal revuelo. Que la carta de un lector al director  El Mundo, donde llevo publicados 5.500 artículos, publicada en lugar de honor como carta del dia me tildara de despreciable, importa poco; pertenece a la naturaleza librepensadora de este periódico;  me han llamado cosas peores. En mi breve  respuesta  decía  que no consideraba la tartamudez un defecto, sino “una falta de sincronía entre la rapidez del pensamiento y la torpeza de la lengua”. No difiere mucho de la defensa que el señor Sánchez hace: “tardamos un poco más en decir las cosas que los otros”.
 Me alegro de que el titular El rey tartaja haya puesto sobre el tapete los problemas de un colectivo al que jamás intenté vejar ni ridiculizar; algunos de mis amigos fueron y son tartamudos geniales: en periodismo, en poesía, en oratoria, incluso, superado el fugacísimo trance inicial. Honor por ejemplo, y para siempre,  a Manolito Vidal y a alguno más,  Pablo Jiménez, auténticos genios de la generación del Café de Gijón. Manolo Vidal presumía de ser maestro de dicción de Nadiuska, la diosa que nos llegó del frío; Pablo Jiménez, que ya era un gran poeta, los recitales públicos, tras el primer verso le salían todo seguidos. Y duraban una hora. Yo tartajeaba ante una chica guapa hasta que me miraba fijamente a los ojos. Después, ya se sabe: la peligrosidad de los tímidos.
 Coincido en muchas opiniones del señor Sánchez, menos en la de  despreciable aplicada a mi persona, responsable del titular, y en la valoración de “magistral interpretación”   de Adrián Lastra en Berti. Yo espero del talento de Lastra   verlo en otros papeles que afiancen un futuro sin duda  prometedor. Es un trabajo  correcto,  supervalorado por hacer de tartamudo.
 El señor Sánchez y sus portavoces podían protestar también porque un autor y una directora saquen a escena y expongan a la carcajada a un ser con dificultades logopédicas.  La poética dramática de la directora Magüi Mira puede ser magistral, pero la interpretación de Adrián Lastra, no. De eso sé un poco más que el señor Sánchez y sus portavoces.
Han cogido el rábano  por las hojas y convertido una cuestión semántica  de vocabulario en un agravio social. Me alegro de que ese titular “desafortunado” haya desatado la tormenta si ésta redunda no sólo en  la efímera fama del señor  Sánchez, sino en beneficio de los 800.000 tartamudos que hay en España, a los que  considero tan normales como los demás mortales.
En una reunión de ex seminaristas y curas rebotados celebrada hace unos días en Palencia recordaba con  algunos amigos -¡Santo Dios! sesenta años sin vernos- algún  caso, superado enseguida, de tartamudez en Lebanza. En los desafíos  públicos que la impecable formación académica del seminario propiciaba, había  verdaderos cerebros que, al principio, se atascaban. Yo decía a los demás: “cuando arranquen, nos arrasan”. Y era verdad; desatascados de su fugacísima  indecisión, eran ametralladoras dialécticas. La Fundación de Tartamudos, el señor Sánchez y sus amigos  tienen abierto mi blog, independiente del Mundo,  para lo que gusten mandar, a ser posible  sin tildarme de despreciable, bajo o ruin. A su disposición,  http://diariodejaviervillan.blogspot.com.

Palencia. Muy personal. Melancolía.

Hace unos días los líderes que ya lo eran en el Seminario, más o menos, convocaron a un encuentro entre ex seminaristas, curas y ex curas de un de los cursos más brillantes en la historia del Seminario Diocesano de Palencia. Ochenta alumnos iniciales de los que solo cantaron misa trece. Melancolía, viejos fantasmas revividos, triunfos,  frustraciones, alguna amargura, algunos demonios domesticados, pero que era necesario expulsar. O sea, la vida misma. Yo colgué los hábitos en quinto de Latín, un chaval. Lo suficiente para aprender Latín y Griego, base del idioma de todo escritor o periodista, que me ha venido muy bien; y literatura, aunque las clases no pasaran nunca de la Generación del 98 y con reservas. Ese encuentro fue  de  amistad y el reconocimiento de que sesenta años no pasan en balde. Nosotros, los de entonces que decía Neruda, ya no somos los mismos. Ni sombra. Aunque no llovía, melancolía de lluvia tras los cristales (A. Machado). La perspicacia de don Aproniano, un presbítero, humorista en el fondo, trajo a colación a Jorge Manrique: “No se engañe nadie, no/ pensando que  ha de durar/lo que espera/ más que duró lo que vio/ pues que todo ha de pasar/ por tal manera”. Luego invocó el Carpe diem horaciano y cantamos Gaudeamus igitur/ iuvenes dum sumus/ post iucumdam iuventutem/ post molestam senectutem”. Y se acabó.

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