lunes, 29 de junio de 2015

COLOQUIO DE LOS PERROS EN LA ESPAÑA DE RINCONETE Y CORTADILLO.

Los huesos de Cervantes y la priora.
En la Sala Verde del Canal se presentó El coloquio de los perros, adaptación del texto cervantino de Martina Cabanas, Ramón Fontseré y Albert Boadella. Las presentaciones de Albert Boadella no son  presentaciones académicas, sino liturgia. Y esperpento en el sentido noble del término. El fundador de Ioglars aprovechó la ocasión para hacer un repaso de su turbulenta trayectoria y entrevistó a Ramon Fontseré, al que ha cedido el cetro. Boadella puro.    El coloquio de los perros lleva una larga itinerancia por los teatros del mundo, menos por los de Cataluña, -que al parecer es otro mundo al menos para Ioglars- desde que hace tres años dio su primer ladrido en los Teatros del Canal. Una interpretación formidable  de Pilar Sáenz, Fontseré y Xavi Villa, clásicamente ioglaresca. Tengo a Pilar Saenz por una de las grandes de la escena, aunque le falte la pasarela que les sobra a otras. La edición de El coloquio de los perros, por parte de Milagros Sánchez  Arnosi también es muy buena.
 Bien está que en el Patio de Monipodio que han sido y son las Españas, Ioglars traiga a colación  a Cepión y Berganza; también podrían haber traido a Rinconete y Cortadillo, que es como Tierno Galván llamaba a Felipe González y Alfonso Guerra.   Hubo un entremés a cargo de Fontseré, Dolors Tuneu y Pilar Sáenz, trinidad non santa de Ioglars que siempre es  un gozo admirar; el hallazgo de los huesos de Cervantes en las Trinitarias, un enredo sobre la mezcolanza de restos que tanto pudieran ser los del célebre manco como los de una abadesa libidinosa que se metió en la tumba a copular con una momia; lo de la abadesa libidinosa es cosa mía no de Ioglars.
Boadella anda en danza estos días por el próximo estreno de la Ópera Don Carlo en el Escorial, la leyenda negra de España de su amado Verdi. A ver cómo se las arregla con ese texto antiespañol el genial titiritero, que se declara españolista, conservador y burgués. Nada que objetar; todos somos burgueses. Hace tiempo que el proletariado  ha desaparecido y la lucha de clases dejó de ser el motor de la historia. Burgueses eran los padres procesales del pensamiento socialista y sin la revolución industrial burguesa no hubiera sido posible el marxismo ni Marx.
El teatro de Boadella era transgresor, dicho con todos los respetos. Nunca le gustó a la gente de orden y menos a los poderes fácticos y  muy poco al “proletariado de cuello blanco”, eufemismo de los teóricos del marxismo para disimular su quiebra histórica. El público de Ioglars era un público joven y heterodoxo o señores ortodoxos e ilustrados con cierta curiosidad morbosa por el escándalo.
 En toda España  empezaron a hacerle caso como bandera anticatalanista y ni siquiera con eso  entendieron la genialidad de Ubu Pujol. La tropa política se mantuvo recelosa, pues los gobiernos centrales -Felipe, Aznar, Zapatero,  Rajoy- han sido cómplices del Gran Timonel, el  Monipodio catalán, en aras de la gobernabilidad de este desdichado país.  Cuando  me enteré de la intención de Boadella de establecerse en Madrid, le escribí una carta manuscrita de casi dos folios con una conclusión simple: “yo que tú no lo haría forastero”. Políticamente  ha sido tomado como bandera por el separatismo centralista: su gran confaloniero. Teatralmente  será siempre un forajido. Quienes leíamos de niños  las novelas de Marcial Lafuente Estefanía y otros especialistas del género, sabemos lo que forajido quiere decir al Oeste  del rio Pecos.
   
Familia que conspira unida permanece unida.
En España se  ha practicado el nepotismo sin ningún tipo de censura y agravio, obedeciendo quizá a un lema que hizo fortuna en la posguerra: “familia que reza unida permanece unida”. Quitemos lo de reza, por esas cuestiones bizantinas del laicismo.
Y ante algún gesto de una izquierda nebulosa y  emergente que refuerza el núcleo familiar nos ponemos como basiliscos. Que Tania Sánchez, moderna  Pasionaria, esté bajo sospecha por favorecer a su padre y a un hermano  en no sé qué transaciones municipales, es sólo  una  reafirmación burguesa de la familia. Alfonso Guerra le puso un despacho a su hermano para tomarse unos cafelitos en horas de descanso y su hermano levantó tal imperio económico que dieron en llamarlo el conseguidor.
Que Ada Colau, la Agustina de Aragón de los desahucios, haya nombrado asesor a su marido no es más que la consolidación  del vínculo de pareja  en tiempos de descojonación y promiscuidad.
Lo que peor ha sentado al personal es que Manuela Carmena, Manuela Malasaña  contra la francesada, haya dado un puesto de relieve al marido de una sobrina suya, competente sin duda. Y es que nos la cogemos con papel de fumar, cosa lógica después de tantos años de corrupción y expolio por parte del bipartidismo  PP y PSOE, tal para cual. Yo confío en Carmena porque hace casi medio  siglo mis amigos difuntos Manolo López y Lola Sacristán,  huéspedes habituales de Carabanchel,  Yeserías y el tendido 7 de las Ventas, me la presentaron un dia para un cafelito. Tanto confío, que si cuajan unas Jornadas sobre el Holocauto que me ha  encargado la UNIR, pienso invitar a Manuela Carmena y a todo su consistorio municipal a tan magno suceso.

  

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