Ifigenia en Vallecas.
Noticias de María Hervás tras el
tsunami de Los Gondra: Ainara la
etarra, Garbiñe la enamorada privada de marido. Estrena pronto en Teatro Kamikaze, Ifigenia en Vallecas que no vi en su momento. Lo espero con curiosidad indisimulada, casi con morbo. Buscaré identidades
rebeldes, de insurgencia feroz, entre la
muchacha de herrico taberna y la hija de Agamenón que Gary Owen ha colocado en los suburbios madrileños. Confío en Hervás como he confiado en otros/as, quizá algo más pues
veo en ella un potencial enorme; novilleros que no fueron estrellas, pero sí
maestros; pintores, poetas, golfos ilustrados.Infundirles confianza
era ejercer de profeta, que es lo que más me gusta. Nunca, sin embargo, pude predecir mis
desastres. Ifigenia, hija de Agamenón y Clitemnstra: la sacrificada, la ofrecida, la vestal maldita y sagrada,
la víctima; de Aulide a Vallecas.
TRISTANA
Catherine, bella como la muerte
Catherine, bella como la muerte
Aprovecho
esta crítica de Tristana, adaptación de Eduardo
Galán y dirección de Castrillo
Ferrer (el inolvidable Biribó)
para dedicar mi homenaje apasionado a Catherine
Deneuve que la hizo en cine bajo la mirada de Luis Buñuel probablemente enamorado de ella. La Deneuve nunca desplazará a Marylin pero es uno de mis mitos. Aún me turba recordarla en Belle de jour. Bella de dia y elegante prostituta de noche; siempre llevaba el mando, la fusta; nunca perdía la compostura. Solo amando hasta la desesperación a
una mujer, se pueda definirla como la definió Buñuel: “bella como la muerte, seductora como el
pecado, fría como la virtud”. Tristana es uno de los textos cumbres de
don Benito Pérez Galdós que en
teatro no tuvo ninguna obra cumbre, salvo las adaptaciones que le han hecho. Su
verdadera cumbre fue la dirección del
Español, lo cual le ganó la enemistad de Valle Inclán al cual nunca quiso programar. Este le bautizó como “el garbancero” aludiendo así a su prosa mostrenca y mazorral. Galdós no era mal escritor, un poco torpe y pesado,
siempre peleándose con la palabra y el estilo que le
exigía el creador de los esperpentos. Pero sabía de las mujeres
más que Valle. Y según Emilia Pardo Bazan, era un magnífico amante.
A Tristana le
dio relieve Luis Buñuel con una sublime Catherine Deneuve. A Eduardo Galán le
gustaría ser Buñuel en esta versión. No es Buñuel, pero es más avanzado que Galdós, más subversivo. Mucho
más defensor de los derechos de la mujer.
Están más cuidados los personajes femeninos que los masculinos, mejor Olivia Molina y Marta Pujalte que Pere Ponce y Alejandro Aristegui, sólidos, pero sin la chispa de las dos mujeres.
La Saturna de
Marta Pujalte, memorable. Y la Tristana de Olivia Molina también; veneros de
drama y fuente de tragedia: inocencia,
dolor de seducida y tórrida pasión de seductora. En el fondo, inocencia y
perversidad incestuosa. Para mí, Olivia Molina es uno de los descubrimientos de esta temporada.
El otro es Inma Cuevas, en Comedia
Multimedia, explosividad de Ron La La en Teatros Luchana.
Alzo la copa
por Tristana y por Catherine Deneuve y por todas las actrices españolas que
puedan identificarse con ella, que yo creo hay algunas; pocas pero las hay. Es
cuestión de ensayar: “bella como la muerte, seductora como el pecado, fría como
la virtud”.
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