miércoles, 27 de octubre de 2021

 

Fauna y flora del Café  Gijón. Alfonso el cerillero, un mito

Parado estoy ante  el Café Gijon,  pues hay atasco hasta Cibeles y el Paseo del Prado y el taxi no halla por dónde tirar; parado frente al ventanal donde discutía de todo lo humano y lo divino una potente tribu de dialécticos de café; el actor Jose Manuel Cervino, tan grande en El crimen de Cuenca  de Pilar Miró; aquel abrazo brutal con Paco Casares es para una antología del cine, mientras Willy Montesinos, el tonto del pueblo reencontrado, gritaba estoy aquí, he vuelto, estoy aquí. Esta tertulia  del primer ventanal era un grupo heterogéneo, inestable  y plural.  Junto a una foto de los contertulios con Alfonso, hay una placa ideada por Arturo Pérez Reverte, antes corresponsal de guerra y hoy académico de la Española, ¨´aquí vendió tabaco y vio pasar la vida, Alfonso González¨ ) cito de memoria. Contertulios  habituales, Alvaro  Luna,  el Algarrobo de la serie de televisión, Curro Jiménez, a veces Manolo  Torres republicano y  padre de Rosana Torres periodista temas teatro en tve, Tola antipático  y televisivo, Maaaanolito Vidal la inteligencia más rápida del café y la lengua más torpe y tartamuda; José Luis Coll,  el menos inteligente de TiP y Coll, Paco  López Barrios  seductor y  novelista,  autor de Dicen que Manuel Ardales ha pasado el Rubicón, publicada por Ramón Akal: Pepe Diaz, artista pintor y comunista de Campo de Criptana, orgulloso paisano y amigo de Sara Montiel.  Y  Manuel Vicent punto y aparte; novelista, columnista de El País, antitaurino fervoroso y traficante en cuadros, muchos de ellos taurinos y de mucho valor.  Tito Fernández, realizador de televisión y director de cine, Manuel Alejandre, un actor secundario al que nunca le faltó trabajo, condenado por siempre a ser confundido con Vicente Aleixandre. Y Raúl del Pozo que ya quería parecerse a Umbral. A Pedro Beltrán lo aceptaban gozosos  por su don de  gran conversador. Y a mí, por discreto y callado siempre dispuesto a aprender. A algunos les gustaba el naipe, sobre todo a dos tahúres  profesionales, Manolo el Malagueño, también llamado el Guapo, y Luis el Elegante, cantaor discreto de un solo disco, que merodeaban por allí .

 En ese momento, a las cuatro de la tarde más o menos, entraba en juego Alfonso, el cerillero, prestamista sin intereses para las timbas de poker que de allí salían casi todas las tardes. A mí me trataban con cierto afectuoso desdén. Siempre impecune, lo mio era el mus con Claudio Rodríguez y dos tenderos de la calle Almirante. Alfonso no me prestaba dinero, me invitaba a bocatas de mortadela, a veces de jamón,  y me contaba su vida.

 Alfonso era de Barruelo, pueblo  minero de la provincia de Palencia y de niño había sido enlace  con la guerrilla de Juanín y el Bedoya su lugarteniente,  que se echaron al monte al ganar  Franco la guerra,  como otros muchos  a los que Alfonso les llevaba alimentos cuando la presión de la Guardia Civil les impedía llegar a los poblados. Eran  tachados de bandoleros por la Guardia Civil que no paró hasta darles caza. Alfonso si los conoció,  los recordaba nebulosamente.  Bedoya era muy bueno, ebanista primoroso  y grande de cuerpo y alma  y Juanín más pequeño  y astuto.

Otra persona de la fauna del café de la que no quisiera olvidarme es la señora María, una bondadosa e inocente mujer encargada del teléfono  de los lavabos y la administración de papel higiénico, a cambio de propinas a voluntad  y a la que señoritos desalmados y gamberros gastaban bromas tontas. Desde el teléfono del  final de la barra, preguntaban a la señora María por don Francisco de Quevedo  o Miguel de Cervantes. Y allí estaba la buena mujer gritando ¨´don Francisco de Quevedo, pase al teléfono¨´. Hasta que Alfonso, que en gloria esté,  tomó cartas en el asunto y cortó la broma negándose a vender fichas para  las llamadas. Todo esto ha pasado como una ráfaga fugaz por mi mente ensimismada. Mientras, el taxista me alecciona sobre el lugar  el más importante de Madrid donde vienen ¨´poetas, pintores, actores  y gente que luego escribe sobre él¨´.

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