Norberto Carrasco; machadiano y bueno. In memoriam
Periodista y aficionado a los
toros. Amaba la buena escritura y por eso era amigo y admirador incondicional
de Francisco Umbral. Dirigió una revista llamada Cadena Azul, creo recordar, en la que
escritores montaraces y brillantes como Paco Umbral prestaron colaboración
remunerada y libre; ¡remunerada y libre! En aquellos tiempos oscuros de la Oprobiosa.
Si alguna vez la caja de la revista flaqueaba, retraso subvenciones o falta de
publicidad, Norberto Carrasco adelantaba de su bolsillo el importe de las
colaboraciones, infrecuente pero cierto, ¡doy fé! Un hombre bueno en el buen sentido de la palabra. Machadiano y
generoso. Faltó a la cita de Los
Remedios en Colmenar Viejo. Pero como yo también falté, no me
apercibí de ello. Sólo cuando nuestro amigo común, Emilio Martínez, me
informó, ¨´Norberto no ha venido a Colmenar, muy mal debe sentirse para faltar¨´.
A mí me publicaba todas las
entrevistas que se me ocurrían, con un consejo muy matizado. ¨´Pregunta, pero
no opines, que opine el entrevistado. Gánate su confianza, esa es la clave
de una buena entrevista¨´ Prefería las
llamadas ¨´ëntrevistas humanas¨´. De estas recuerdo dos especialmente, el
pintor dipsómano y parisino Enrique Navarro que acababa sus noches, o
empezaba sus días, depende cómo lo tomemos, en el tablao flamenco Corral de
la Morería, jaleando a cantaores, bailaoras y guitarristas a los que
inundaba de manzanilla y jamón. Navarro tenía su estudio encima del Café de Gijón
como Laxeiro y Pepe Diaz. Conservo
un retrato al óleo que me hizo en el
tiempo que nos duró una botella de vino, hora y media más o menos. Quería
retocarlo, perfeccionarlo, pero se lo arrebaté de las manos con la sentencia
inapelable de Juan Ramón, ¨no lo toques ya más, que así es la rosa¨. Enrique Navarro se cotizaba muy caro
como retratista y sus cuadros de un romanticismo decadente y afrancesado, a
cambio de güisqui, colgaron mucho tiempo en las paredes de Maite
Commodore. Conservo un magnífico retrato al óleo, el mejor quizá de los
varios que me han hecho, que remató en
el tiempo que nos duró una botella de crianza Rioja, con una dedicatoria, ¨´a Javier
Villán, contra todos¨´
La otra entrevista que gustó especialmente a
Norberto Carrasco, fue una charla con Nicanor Villalta, estupendo torero
aragonés en la indigencia, ídolo de
Madrid en tiempos, pobre y arruinado que se sujetaba los pantalones con una
cuerda, a falta de cinturón. Me parece que Villalta en los últimos tiempos fue asesor del presidente en el palco
de las Ventas y que eso remedió en parte sus penurias.
El hecho incontestable es que Norberto Carrasco ha
muerto y que no es verdad aquello que escribió Gustavo Adolfo Becquer, ¨´dios mío qué
solos se quedan los muertos¨´ Son los vivos quienes se quedan solos.
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