jueves, 16 de diciembre de 2021

 

Maria Toledo bajo los soportales de Calle Mayor

Recupero con María Toledo mi serie periodística Retratos al Pastel, en otros casos será retrato a punta seca y en algunos al vitriolo según el personaje. María Toledo, en un momento cumbre de su carrera y fiel al carácter innovador del cante jondo al piano, sin  guitarra, ha cantado en la Fundación Caneja de Palencia. No es la primera vez. Por unas razones u otras, Maria Toledo hace tiempo tiene una vinculación constante con la ciudad del Cristo del Otero. Maria Toledo matrimonió hace unos meses con Esau Fernández, el gran amor de su vida, un torero cabal y voluntarioso,  de duende  camero, la patria de Camino y de Romero, controlado por cierta escuela de austeridad de estirpe castellana. Por eso yo les hubiera sugerido que se casasen en la Iglesia de San Miguel, junto al rio Carrión, donde según las crónicas y las leyendas se casaron doña Jimena y el Cid Campeador, Rodrigo Diaz de Vivar, guerrero mercenario, soldado de fortuna,  y doña Jimena. Este personaje tan poco de fiar era el que de niños nos habían puesto como ejemplo y un poeta infame cuyo nombre ni recuerdo ni quiero recordar, había celebrado con entusiasmo falangista ¨´y el Cid con camisa azul, por el cielo batallaba¨. O algo así. Creo que fue la Generación del 98,  Angel Ganivez  clarividente y precursor, quien aconsejó cerrar con siete llaves el sepulcro del Cid. Al no conseguirlo, Ganivez se suicidó

En una de las galas de María hace años en Palencia tuve noticia y confidencia de la existencia de esa pasión de la cantante por el torero, circunstancia no infrecuente en el mundo del cante, la copla y la torería.  Por circunstancias que no vienen al caso y tras una cena  en el hotel Castilla Vieja tempestuosa por culpa de un buen actor, fueracho esa noche  y hoy casi perdido para la escena, o perdido del todo, María Toledo me pidió facilitara su regreso inmediato a Madrid,  pues no quería pernoctar en Palencia donde el Ayuntamiento le había reservado habitación. Arreglados los trámites burocráticos, siempre muy estrictos en cuestiones municipales,  por parte de Rafael del Valle, María se acomodó  en el coche oficial y emprendimos viaje de regreso a Madrid. Ahí tuve noticia del gran amor de Maria por Esau Fernandez, un torero sevillano de Camas, la patria de Romero y Paco Camino,   matizado a mi modesto saber y entender, por la austera escuela castellana. Es una opinión personal, naturalmente. 

Preparaba yo entonces dos textos simultáneamente. Dos diálogos,  pues en realidad, siendo yo buen dialoguista, nunca me he considerado autor dramático, un lenguaje sagrado. Diálogo entre María Casares y Albert Camus y Diálogo entre Fridha Khalo y León Trostky. Era evidente que, siendo María Toledo buena actriz, cosa que yo estaba empeñado en ayudarle a demostrar además de flamenca, para ninguno de los dos daba el tipo. Además para María Casares tenía ya una candidata irremplazable, actriz gallega especialista en su paisana  y actriz de confianza del Ayuntamiento de A Coruña. Meses antes, o semanas, no sé y no confío en mi sentido del tiempo, de madrugada por las calles solitarias de Salamanca, en compañía de Santiago Martín el VIiti, el gran torero de Vitigudino, habíamos hablado de Encarnación Julvez La Argentinita, novia de Joselito, el menor de los Gallos, y esposa de Ignacio Sánchez Mejía, al que Federico dedicó su célebre canto, y cuñado de José. Ninguno de los dos tenía una idea clara de Encarnación Júlvez que acabamos escribiendo a cuatro manos Diana de Paco Serrano y yo, texto publicado más tarde por Carlos Gil en Artezblai. Yo había decidido que La Argentinita no podía ser otra que María Toledo con reparto de lujo dirigido por Santiago Sánchez,  el alma y fundador , con Xus Romero,  de Imprebís, y escenografía y luces de David de Loaysa. alumno de la Real Escuela Superior de Arte Dramático y hoy brillante profesional del diseñó de luces para edificios  civiles religiosos.  A él y a su equipo se debe la iluminación del Museo Thysen BOrnemiza dela baronesa Carmen Cervera, miss Universo Y hay quien dice que iluminados así, los cuadros parecen otros.

 

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