PRIMERA VISION de MARIA CASARES.
FEMINISMO SUPREMO de UNA REPUBLICANA
Acabo de recibir el último libro
de Sabela Hermida, escritora y actriz gallega, María Casares frente
ao espello. Editions Xerais. Maria
Casares, una mujer bellísima. Nunca se me ocurriría empezar así un artículo, mujer bellísima, si no estuviera convencido de que su
inteligencia y su talento son también superlativos. Fascinante, universal,
gallega, antifranquista, republicana, hija de Casares Quiroga el último
presidente de la República contra la que se alzó un general golpista y traidor,
Francisco Franco Bahamonde, el genocida. María Casares un mito de la
escena francesa y una desconocida en España. Sin victimismos María Casares
reflejó su aventura de transterrada en su autobiografía, Residente
privilegiada. Sabela Hermida,
gallega, actriz también como la Casares
y posiblemente la máxima autoridad en estos momentos sobre el tema. Frente
ao espello. Qué espejo, podría uno preguntarse, pues los espejos en que se reflejó
y se refleja María Casares son múltiples y diversos. La memoria, el apasionado
magisterio de Maria Casares necesitaba
un libro, no uno más, y ya lo tiene.
No es la primera vez que Sabela
se aproxima a la colosal figura de María Casares. Se doctoró con una tesis
sobre ella y el pasado año encabezó los fastos de su centenario patrocinados
por el Ayuntamiento de A Coruña. En
ellos me cupo el inmenso honor de participar con una pequeña obra de teatro, Política
sentimental.Dialogo necesario entre María Casares y Albert Camus. Corro el
riesgo, y si es preciso, retiro lo de obra de teatro. Sigo pensando que el
teatro es un lenguaje sagrado, mucho más que literatura dialogada, que el
teatro no es literatura. Es palabra, in principio erat verbum, pero se trata
de palabra dramática. A don William Shakespear me remito. Y en
última instancia a la autoridad de Antonin Artaud, sumo sacedrote del teatro
del gesto, que llegó a teorizar sobre lo mismos en El teatro y su doble, si
mal no recuerdo. A lo más que puede llegar es Soy quizá buen dialoguista, pero no soy autor.
Interpretada por Sabela Hermida y Germán
Torres, dirigida y escenografiada por David Fernandez de Loaysa, se convirtió
en uno de los acontecimientos de la sala Guindalera. Recientemente se ha repuesto
en la Sala Tribueñe, de Irina Kourbescaya. Y luego seguirá por los caminos de
España. Supongo.
El nuevo libro de Sabela Hermida,
podría decirse que es lo más definitivo que se ha escrito sobre la Casares y
viene ilustrado con fotografías de este símbolo supremo de la España
antifranquista y transterrada en compañía de los españoles más representativos
del exilio gallego y galleguista, exilio español a fuerza de ser gallego. Digo
que es lo más definitivo sobre María Casares, pero no estoy muy seguro. Sabela
Hermida sigue investigando en esta personalidad poliédrica e inabarcable. Sí me
parece necesario resaltar la magnífica edición del texto, elegante y cuidada.
Tapas duras en suave ocre, tirando a vainilla y guardas negras, portada con un
retrato a línea de la actriz, de un expresionismo duro y ciego, ojos que ven
sin mirar. Todo ello obra de Andrea Gil de la Concepción, a partir de una
caricatura hecha por Luis Seoane..
Conocí a María Casares cuando ya
en democracia, la Santa Transición, vino a España a representar El adefesio,
de Rafael Alberti. Pese a la presencia tórrida, bella y joven
en el reparto de Victoria Vera, aquel acontecimiento fue un fracaso,
relativo si se quiere, pero fracaso al
fin y al cabo, que afectó negativamente
a María Casares, mito universal desconocida
e ignorada en su propio país. Yo aún estaba lejos de hacer crítica de teatro y
me limité a hacer algún reportaje entusiasta para algunas revistas. El
Adefesio sirvió también, de pasada, para demostrar que Rafael Alberti era
un mediocre autor de teatro, que nuca se libraría de la sombra de Federico
García Lorca. La dirección de José Luis Alonso, tan eficaz y creadora otras
veces, tampoco contribuyó a levantar tan
precaria circunstancia. María Casares era hija de Casares Quiroga, último
presidente del Gobierno, antes de la asonada. Hubo de exiliarse con el advenimiento de la
Cruzada contra el comunismo iniciada por Franco y la Iglesia Católica, que
firmó la infame Carta de adhesión al Alzamiento.
Toda la Iglesia Española la firmó, menos el obispo de Álava, y el de Barcelona, Vidal i
Barraquer. De la vida y obra de María Casares quedó constancia en su
autobiografía, Residente Privilegia.
Quizá el mayor acierto de Sabela
Hermida es vincular radicalmente la vida y la obra de la actriz al existencialismo
y llevarlo radicalmente a su concepción del teatro y de la vida. No hay teatro
sin vivencias, sin vida radical y vertiginosa, ambos vida y teatro se
retroalimentan. En consecuencia, parece que María Casares no se privó de nada,
ni de gozos, placeres o sufrimientos . Menos de éstos que de aquéllos, pues la
obra y vida de Casares, con o sin Albert Camus fue constante celebración.
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