Teresa Urquijo y
Martinez Almeida; Bodorrio de postin
Durante unas horas, a causa de una boda de alta alcurnia, la
tranquilidad serrana de Colmenar Viejo ha sido minuciosamente alterada. Se
han casado doña Teresa Urquijo, de noble estirpe borbónica, y don José Luis Martínez Almeida,
alcalde de Madrid y Abogado del Estado,
que es la nobleza de platino y oro de la abogacía. Doña Teresa es 22 años más
joven que Almeida, pero el amor no repara en esas minucias. A mi dacha de
Colmenar llega el sonido de fanfarrias, trompetas, campanas y
esquilones; y el olor de las viandas
servidas por Lhardi garantía de
clasicismo gastronómico y certificación añeja del buen guisar. Los salones de Lhardi,
siempre fueron centro de conspiraciones, contubernios y de homenajes; hay
quien dice que, antaño, fueron picadero secreto de nobles y de reyes. Entre
los homenajes, el más
sonado fue uno a Manolete por
parte de la intelectualidad franquista, temerosa de que el diestro se hubiera
pasado al enemigo tras intimar con la
España del exilio en México. Pese a su amplitud, en los locales de la Carrera de San Jerónimo no
caben 500 invitados, así que bien está lo de la finca colmenareña.
Teresa Urquijo y Martinez Almeida se han
casado primero por la iglesia, como dios manda,
en la parroquia de los jesuitas de la calle Serrano. Me parece que éste fue el templo de donde salió Carrero Blanco, tras
comulgar y escuchar misa, momentos antes de su voladura por ETA. Fue la más
espectacular y perfecta acción en la historia de la organización terrorista, la
cual arrancó lágrimas del dictador Franco y un enigmático comentario, aun sin
descifrar, “no hay mal que por bien no venga”.
En resumidas cuentas, puede
afirmarse que el enlace ha sido un auténtico bodorrio si nos atenemos al
significado que atribuye al término, el diccionario
de la RAE. Grandes fastos y celebraciones en torno a la ceremonia nupcial,
quinientos invitados de alcurnia y
convite, este en una finca de Colmenar Viejo llamada El canto de la Cruz. Colmenar, pues, ha sido durante unas horas el centro del
universo. Habrá sin duda resopón; y
tornabodas, para que el viejo romancero pueda seguir vigente, “si grandes
fueron las bodas, mas grandes las tornabodas”.
Pero me estoy dando cuenta de que
a esta crónica le falta el toque chic y mundano de pasarela, el aire de las
pamelas, los vestidos de firma y exclusivos, esmóquines, fracs y otras
indumentarias, tocados en cuya
parafernalia no estoy muy puesto. Parece que las mujeres rivalizaran en los
tocados más grotescos y ridículos. Vean
el de la rana madre Esperanza Aguirre. Isabel Ayuso, su discípula, dejó al
novio bajo sospecha en casa, exhibió muslamen y hombro y se quedó con el
personal.
Tampoco me he enterado, lo cual
cuestiona mi sagacidad de reportero, de dónde los ilustres contrayentes, pasarán su luna de miel. Puede que hayan
pasado ya sus lunas de mieles pertinentes,
y que sus obligaciones profesionales les impidan tales gozosos y humanísimos derechos.
Paz y tranquilidad para los
novios. En mi aldea de Torre de los Molinos, Palencia, dadas las circunstancias
del casorio, les hubieran dado la cencerrada, estruendo de cencerros y exigido en azumbres de vino un alto canon de casamiento; pero eso son
costumbres bárbaras y un poco cafres, afortunadamente en desuso.
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