Van a hacer un musical sobre José Antonio Primo de Rivera. Como
hombre de teatro lo espero con interés e
incluso con cierto morbo. Como hombre razonablemente interesado por la
política, desde una idea alejada de la Falange, José Antonio sigue siendo para mí, un enigma y una
curiosidad. La versión de los falangistas franquistas
no me aclara nada, a no ser una monumental estafa para muchos que
han seguido hablando de la revolución pendiente, que tampoco dice mucho; hablando de revoluciones, todas traicionadas, prefiero
seguir, aunque utópico, en la revolución permanente de León Trosky.
En cierta medida podría acusarse a
Franco de un crimen de guerra, otro más, por inhibición e indiferencia
culpables y calculadas. Acaso no le hubiera sido imposible al General un canje,
una mediación política, algo…No sé. Desconozco pormenores, aunque no se me
quita de la cabeza que, de no ser fusilado en Alicante por los republicanos, al fundador de la
Falange, lo hubiera fusilado Franco. Habrá que esperar ese musical.
Para mí, un musical sobre el fundador de la Falange tiene más interés histórico que un musical sobre el fundador del Opus, por ejemplo, Monseñor Escrivá de Balaguer, que sigue envenenando las conciencias con una religiosidad melíflua. Para el primero incluso me atrevería a proponer algunos actores cumbres del teatro español; para el segundo, el ideal sería Martinez Soria, que hizo de cura más de una vez, si viviera el genial cómico.
Para mí, un musical sobre el fundador de la Falange tiene más interés histórico que un musical sobre el fundador del Opus, por ejemplo, Monseñor Escrivá de Balaguer, que sigue envenenando las conciencias con una religiosidad melíflua. Para el primero incluso me atrevería a proponer algunos actores cumbres del teatro español; para el segundo, el ideal sería Martinez Soria, que hizo de cura más de una vez, si viviera el genial cómico.
España plural: callen políticos, hablen poetas.
Hace algo más de un año estrenamos en
el Fernan Gómez, un espectáculo de cámara y ensayo que, robándole un verso a Blas de Otero, titulamos Que trata de España. Alejados de patriotismos folclóricos partíamos
de una idea eje: una nación única, España, y pluricultural: distintas lenguas,
diversas culturas. Y el flamenco como elemento vertebrador.
Concluíamos con una afirmación:
callen los políticos, hablen los poetas.
Victoria Vera era el eje, con Antorrin Heredia al cante, el Persa al toque y Juan Ramírez al baile. Dirigía Ramón
Fontsere, con David Loaysa,
encargado también de luces y escenografía, como ayudante de dirección. Yo me
encargué de la selección de textos: Quevedo,
Machado, Salvador Espríu, Maragall y su Oda a España, Celso Emilio Ferreiro,
Gabriel Aresti, “Defenderé la casa de
mi padre” Cernuda, Panero, Bergamín, Unamuno y así hasta dieciseis o diecisiete: vascos, gallegos, catalanes, castellanos.
Gracias a Madrid Activa, programa
cultural del Ayuntamiento de Madrid, se ha hecho una especie de remake con
notables cambios, aunque, básicamente, los poetas y la intención siguen siendo
los mismos: callen los políticos y hablen los poetas. David Loaysa, tras la
experiencia con Ramon Fontseré, ha tomado
la dirección. El apellido Loaysa está ligado al mundo de la farándula
por la intervención de Clara, la niña de La prima Angélica, película clave de Carlos Saura en el tardofranquismo; y por Guiomar y Constanza, en Tras las huellas del lince, película que
tuve la satisfación de compartir con ellas haciendo de madero, un papel meramente
testimonial; pero con frase, que conste.
En la reposición de Tres flamencos y Mil versos, la actriz
gallega, Sabela Hermida, bailaora y biógrafa
de Maria
Casares, dice el verso con reposada intimidad, sobre todo Viaxe ao país dos ananos. La petenera de
Antorrín Heredia, Dónde vas bella judía, acompañando
el poema de Salvador Espriu sigue siendo el momento cumbre. Como director
musical, Antorrín ha incorporado un violín me parece que ruso: Pavel.. Toda la tropa, tras la primera
botella en El Imperio, de Gonzalo,
querían liarme. Me acordé a tiempo de una letra: “a todos nos han cantado/en
una noche de fiesta/ coplas que nos han matado”. Yo, aunque contento por lo del Galileo, no quería morir de éxito. Antorrin, militante
apasionado de la corrida, se empeñaba en acabar conmigo y me invitaba ayer a
una fiesta campera con Anibal Ruiz y
con Iván Fandiño, tan vilipendiado
últimamente por la crítica. Tengo que preguntarle cómo acabó la cosa y si le
hizo a su amigo Fandiño la pregunta que le encargué.
Genial, como siempre
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