domingo, 23 de enero de 2022

 

Escaparate de librería. Título; Palabra de director. Autor; PedroJ Ramírez, Editorial Planeta. Páginas 668. Precio 23,30 Euros.

Palabra de redactor.

PedroJ Ramírez ha publicado un libro de casi setecientas páginas, primera parte de unas memorias por las que pasa la historia de la España democrática, sus meandros, sus cloacas, sus héroes y villanos. Me llega en un momento,   apartado de la Villa y Corte, dedicado a la poesía pura, mi aspiración de siempre, y escribiendo las propias memorias que aparecerán la próxima primavera;   desconfío de las Memorias incluso de las mías.

En la contraportada, PedroJota confiesa textualmente ¨´había cosas que sólo podía contarlas yo”. Contar y callar. Toda narración tiene siempre esa contrapartida, ese doble juego. Es un libro ameno, político, cortante a veces como el filo de una navaja barbera. Se lee como una novela negra de Raymond Chandler, o Dassiel Hammet, sin que falten hampones, muertos,  detectives corruptos y damas elegantes de enigmática  y turbadora  belleza medio oculta por un sombrero. Todo un bestiario anticomunista, pues   PedroJota es un liberal a la americana que recela del comunismo, cosa que le interesa dejar clara  en  Palabra de director.  También quiere dejar claro que, aunque estudió en Pamplona, en la Universidad del Opus, él nunca fue del Opus ni de lejos.

    Trabajé con plena libertad en el Mundo de Pedro Jota Ramírez, pero nunca fui del equipo  de Pedro Jota, que naturalmente se componía de quienes lo siguieron cuando Juan Tomás de Salas, su amigo y cómplice en tantas cosas, lo fulminó alevosamente de Diario 16,  por razones políticas. Entré en el Mundo   recomendado por el pintor Pepe Lucas, vecino y amigo de Alfonso de Salas, el hermano ¨Cain¨¨ del presunto Abel, Juan Tomás.  La cosa fue así. Me llamó un dia Mari Carmen García, secretaria de PedroJota, a la que Umbral llamaba la MariGuapi.  ¨´Pedro quiere hablar contigo¨´, me dijo. No nos conocíamos personalmente, pero yo sabía que no simpatizaba con el comunismo y él sabía de mi militancia en el Partido. Y sabía algo que PacoUmbral había escrito en el prólogo a mi primer libro de poemas, mi poesía social y política tan denostada por los estetas; ¨habrá un antes y un después de Javier Villan en la poesía social, la belleza y perfección formal con que debe afrontarse la expresión poética, política  y literaria¨. Más o menos, pues cito de memoria.

Pedro Jota me propuso hacer la crónica taurina de la inmediata Feria de Abril, lo cual molestó mucho a la redacción de Andalucía, pues Carlos Crivell, médico, tenía mucho prestigio como crítico independiente y riguroso. Muy pronto, al compartir página en la edición del sur, Carlos y yo llegamos a ser razonablemente amigos. Tomé   la propuesta como una ofensa,  pero  disimulé  diciendo que yo no sabía distinguir un estoque de una banderilla y que no iba a dejar la crítica de teatro que venía haciendo en El Independiente de Pablo Sebastián y Cesar Alonso de los Rios.  A lo primero respondió que ya aprendería a distinguirlos y a lo segundo, el teatro, que hablaríamos a partir de cómo me desempeñara  en la Feria de Abril. Le contesté que me lo pensaría y me fui al chalet de Colmenar Viejo,  donde Ana me esperaba con las maletas preparadas para un viaje de placer y excursión. La MariGuapi llamaba en esos momentos para decirme, ¨´tienes hotel reservado en Sevilla, puedes pasarte  mañana a recoger el billete de avión y dinero para gastos¨.

    Traigo esto a colación   porque es reflejo del carácter resolutivo del Jota, de quien se decía, y no sé si se sigue diciendo,   ¨´PedroJota no tiene corazón¨. Y porque explica también la naturaleza de este libro Palabra de director, testimonio implacable contra el felipismo como ideología, como conducta moral, como rapiña económica  y como sistema de gobierno: y  contra Felipe González,  responsable de todos esos males. Y contra Alfonso Guerra y su hermano Juan, el conseguidor todopoderoso de los cafelitos. En tiempos, Ramirez había saludado, como redentor,  en Diario 16 a Felipe González, al cual buena parte de la izquierda, ya tildaba de traidor y desleal.  

  Palabra de director tiene algo de Ciudadano Kane, de Orson Wells, sin Roseboud  enigmático,  y algo de Primera Plana, la película de  Billy Wilder que refleja el desmesurado y casi irracional amor por el periodismo.  Relata también el flechazo recíproco, personal y político,  con  José María Aznar, al que llevó en volandas a la jefatura de gobierno trazándole su hoja de ruta como consejero áulico. Y jugando al padell en un club paredaño del periódico, el  Abasota creo que se llamaba y que era también restaurante de buena carta, variada y moderada de precio.  Todo eso está en Palabra de director que es imprescindible leer. Como Palabra de redactor, mi aportación solo puede añadir  circunstancias personales canalizadas  a través de Fernando Baeta y Juan Carlos Laviana, directores adjuntos y maestros de periodismo. El otro que yo tenía y sigo teniendo por maestro es Manuel Hidalgo, que me encargaba  la laudatio de   PacoUmbral , cuando este sacaba algún libro o cuando  simplemente  respiraba.

   La intención de PedroJota al encargarme las dos críticas, teatro y toros, firmadas ambas con mi nombre sin pseudónimo para la de teatro que yo pretendía, era muy clara; acabar con la hegemonía taurina de Joaquín Vidal y el País,  y llevar lectores de toros a teatro y lectores de teatro a toros. Si coincidía un estreno importante con una feria taurina, la preferencia sería el estreno de Madrid y los toros competencia del corresponsal de la zona. Lo que consideré una indelicadeza al principio, la crónica de toros,  me ha dado más nombradía, si alguna tuviere, que todos mis libros de poemas y de viajes.

Corcuera versus el Mundo

Sobre los abruptos encontronazos, a propósito de las negociaciones con ETA,   entre el Jota y   el bronco  y mercurial ministro del Interior, sí puedo decir algo, pues pasaba por allí y me cayeron chuzos de punta, inesperadamente y sin motivo. En una de mis  crónicas taurinas, con  sentido del humor más o menos  acertado, contaba que en una  taberna del Barrio de Santa Cruz, célebre por su caña de lomo y su Manzanilla de Sanlúcar, me había encontrado a Corcuera disfrazado   de lagarterana. El encuentro fue real, pero que fuera vestido de lagarterana, no. Fue el pretexto para que el ministro ladrara furiosamente   en una emisora de radio al leer la crónica, ¨´en el periódico de Pedro Jota, me odia hasta el crítico taurino¨. Yo levanté el pie del acelerador, pues se trataba de un Ministro del Interior. Y aunque la democracia, decían, había destruido todos los antecedentes  políticos y  peripecias , el brazo de un Ministro del Interior, puede ser muy alargado.

   

 

 

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