viernes, 6 de octubre de 2023

CARLOS LEON y su arte secreto. POMBO, pintor de Cristos

A Carlos León lo conozco hace tiempos. Compartimos espacios   y calles en una colonia residencial y veraniega de Colmenar Viejo. Es médico de la pública y siempre se ha negado a ejercer la medicina privada, donde le pagarían el oro y el moro. Monta en moto y tiene una vespa vieja, creo. A veces se cae de la moto y se hace una avería en las rodillas. Cuando tiene tiempo y está bien de salud Carlos León colabora  con Médicos sin fronteras. Conocí antes, tan hace siglos que apenas lo recuerdor a Pilar L´pez Mateos, su mujer, que trabajaba en el despacho del abogado insurgente Gregorio  Peces Barba y ahora es muy amiga  de mi cuñada Yolanda Merino, manos prodigiosas para el arte y la artesanía.  Trabajaba yo entonces en Madrid, en una  tienda de muebles metálicos  para oficina, Muebles Casas,  y Peces BARBA, padre, nos pidió presupuesto para modernizar su despacho. Pero volvamos a Carlos León, verdadero objetivo de este comentario a vuela pluma. Hasta hace unas semanas yo desconocía que Carlos León  pintara, dibujara, hiciera fotos maravillosas de arte y ensayo, y escribiera. Y descubrí al artista que lleva dentro, un artista al que le diera vergüenza mostrar su arte. Ha empezado a redactar sus Memorias con el objetivo de que sus hijos y sus nietos conozcan sus otras dimensiones,   además de la doméstica y cotidiana de andar por casa. Me parece un noble objetivo y le ánimo a que no lo retrase ni decaiga. En definitiva, como sentenciaba Gabriel García Márquez, uno escribe para  que los demás lo quieran.  Y a Carlos Leon, lo van a querer mucho.

PABLO POMBO, ATORMENTADO PINTOR DE CRISTOS

Ha vuelto  Pablo Pombo, in memoriam, pintor de Cristos, que siempre buscaba el rostro del revolucionario judío, como don Antonio Machado buscaba a dios entre la niebla; pintor maldito a la manera de los poetas malditos, Verlain, Rimbaud, Baudelaire.  Se me ha hecho presente Pablo Pombo desde la eternidad para la que vivía  y pintaba. Me ha llegado a través de un formidable libro,  magnífico libro sobre su vida y su obra que me han enviado su hijo y su viuda Olvido, sacerdotisa,  vestal suprema de la religión pombiana. Es un libro de amor y…. de terror, porque las visiones de Pablo, sus pesadillas, sus tinieblas y sus fulgores, acababan siempre,  o empezaban, en un cuadro, en un mural o en un carboncillo. A los pintores, a casi todos los que he conocido, les gustaba que los textos para sus exposiciones y catálogos los   escribiera  un poeta. He vivido temporadas en estudios de pintores, he visto surgir una exposición desde el primer al último cuadro. Y allí, siempre había un plato caliente o un bocata, un sofá para dormir y una manta para taparse.  Yo llegué a la crítica de  toros, por una decisión incomprensible de PedroJ Ramírez, a partir de la crítica de arte.

 A Pablo Pombo le apasionaban los toros, le apasionaba  sobre todo Manzanares, padre.  Su Cristo crucificado entre tinieblas y livideces, que conservo en mi casa en lugar preferente, se llamaba primero el “Cristo de los toreros”. Y acabó llamándose “el Cristo de Manzanares”. Ver una corrida al lado de Pablo,  aunque fuera televisada, es privilegio que muy pocos han tenido. Entre esos pocos, yo. Bueno, ver una corrida con Pablo…..era no verla. Era verlo a él, trazando un natural perfecto, una verónica al aire, un desplante.

Del libro me ha gustado todo. Pero me ha emocionado especialmente, una foto con el siguiente pie, “Javier Villán,  el poeta con el que Pablo siempre conservó una profunda amistad”.  Nunca hice crítica de la pintura de Pablo. Su visión me bloqueaba para el ejercicio crítico; le escribía poemas como el que se reproduce en la página 166 del libro y trascribo aquí.

Un lugar en tu reino de sombras,

Un lugar para mí.

En el costado,

en la herida de tus cristos dolientes,

un lugar para mí.

Para mis versos

La luz primera y única del blanco,

Tus blancos tenebrosos;

Y el esplendor purísimo del negro.

Luz, luz, luz de las sombras.

Para mis versos,

El fulgor de tu negro

Y un lugar escondido

En tus pinturas negras.

Y el hombre…

Hecho pedazos por la agustia..

 


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