Paco Vidal, in memoriam. UN INDISPENSABLE.
Descanse en paz, requiescat. Recibe, Paco, este latinajo que, como cura que fuiste en la ficción, entenderás muy bien, Cine, televisión, teatro. Nada le fue ajeno a Francisco Vidal. Fue maestro del arte de interpretar. Y discípulo en el arte de aprender; de Miguel Narros, de William Layton. Y de Ignacio Amestoy cuyas obras también llevó a escena en más de una ocasión. Y las de Eduardo Galán. Vidal repartía juego entre jóvenes promesas, recién salidas de la RESAD. Por ejemplo, David Fernández Loaysa, convertido hoy en escenógrafo de prestigio y orientador de un grupo que ilumina edificios públicos, privados y religiosos, cuya actividad rebasa nuestras fronteras.
A Fernández Loaysa se debe, al menos en sus orígenes, la iluminación del Thysenn Bornemiza, coleción que Carmen Cervera, miss Universo rica e ilustrada, donó al Estado español, previo cobro de substanciosa cantidad de dinero.
Pero volvamos a Paco Vidal, que no es cosa de restarle, después de muerto, los méritos que a menudo le regatearon en vida
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