Hispanidad; conquista, evangelización y lujuria
Con dos días de retraso, una
nimiedad cuando se trata de un devenir de siglos, me sumo al enconado debate,
en España todo se encona, sobre el Descubrimiento y la Conquista e América. Mi
idea del patriotismo es muy limitada y siempre he desconfiado de quienes se
autodefinen como patriotas. Por lo tanto mi idea de HISPANIDAD es también
limitada y acaso no del todo acorde con la ortodoxia adoctrinante. En cualquier
caso, estas celebraciones no deben hacer olvidar otro genocidio, muy verdadero,
de hoy dia. El genocidio que perpetran contra los palestinos los nazis
israelitas.
El Descubrimiento fue, además de
Descubrimiento, una conquista. Y las conquistas no se realizan con preces,
aunque en esta ocasión también, sino con
arcabuces y cañones; la cruz y los curas
iban tras la espada muy cerca. Y a veces en la misma mano. La líbido exaltada de los soldados españoles
ante la belleza de las indias nativas, hizo el resto; el mestizaje, creo yo, fue cosa de lujuria creadora; aunque Ruben,
indio y mestizo, lo atribuya a una exaltación del espíritu evangelizador
inmaculado. No es esta vertiente del
poeta nicaragüense, que puso patas arriba la estética romántica y realista de la poesía, la que más me interesa.
Su poema Lo fatal me parece una
cumbre de la poesía universal y nada tiene que ver
con el tema que nos ocupa. Vean
solamente la primera estrofa.
Dichoso el árbol
Que es apenas sensitivo,
Y más la piedra dura
Porque ella ya no siente;
Que no hay mayor dolor
Que el dolor de estar vivo
Ni mayor pesadumbre
Que la vida consciente
Hernán Cortés y la hermosa
Malinche es el ejemplo más claro de intercomunicación espiritual y carnal, la erótica del poder, según el mestizo genial
y dipsómano que amaba a España y a
Francisca Sánchez, Francisca Sánchez,
acompáñame, una campesina analfabeta
a la que Rubén enseñó a leer y escribir y a la que fue infiel, dicen, a troche y moche con quien se terciara. Quizá
Rubén Darío, grandísimo poeta del modernismo y la hispanidad, se excedió en los
elogios al mestizaje y a su propia condición de mestizo fervoroso. La sed de
oro de los españoles que se embarcaron con Colón, nobles arruinados, despojos
de la sociedad y muchos con cuentas pendientes con la justicia, no aventuraba
demasiadas delicadezas. Pero es cierto que aquellos hombres rudos y
pendencieros, dejaron un idioma, el glorioso español, que hoy hablan millones
de personas. Y que desterraron el
canibalismo de aztecas, mayas e incas, y los sacrificios humanos, a la vez que acababan con unas culturas
milenarias. Hasta aquí, pues, mis celebraciones en torno a este dia mágico de
la Hispanidad tan querido y loado, y no digo que sin razón, por tantos españoles.
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