lunes, 19 de agosto de 2013


CRITICA LIBERAL PARA TAURINOS ILUSTRADOS. Bilbao (I). Dia 19.

Aprovechando que Aurelio Fernández me ha definido siempre como "cronista taurino pata negra" y que así me ha saludado al aterrizar en Twitter desde el Renacimiento, me he metido  más de coz, por lo de los toros,  que de hoz, en las Corridas Generales. Las reses de Domingo Hernández, diseñadas a gusto de las figuras, no es que ofrezcan una especial fascinación para los aficionados. Pero encandilan a los ases del escalafón. Y por lo tanto el cartel de ayer era un cartel de ases, aunque faltara Morantes de la Puebla porque  los toros, sean del hierro que sean,  hieren. Morante herido y, en su lugar, Talavante, convaleciente creo de un cólíco nefrítico o algo así que es circunstancia muy poco torera. Pero no me hagan mucho caso, que uno sólo sabe de cornadas. 
 A Enrique Ponce, que es más de Bilbao que la Ria y la gabarra cuando el Atlhetic quedaba campeón hace siglos, le pegaron la bronca con el buey cabreado y torvo del primer Garcigrande. Una bronca rotunda. Ocurre esto hace años, cuando Covadonga Saenz Bernuy, la de Clarin, era poncista furiosa antes de hacerse tomista eclesiástica, y se desmaya del susto; y su padre, el culto catedrático, y excelente escritor taurino,  Alfonso Carlos Sáenz de Valdivielso, incendia los tendidos. Esto, las broncas, se democratizan; pero la democracia es una ciencia inexacta manipulada y la peor bronca que recibió Ponce  fue la Matias González que le negó la segunda oreja y con ello la Puerta Grande después de un faenón, supongo que  por unos  milímetros arriba o abajo en el sitio de la espada; está en su derecho don Matías, al que tengo por el mejor presidente de España; pero tampoco hay que pasarse. Me hubiera gustado ver cómo hubiera reaccionado Matias si el que pincha de esa forma hubiera sido el Juli. Bilbao es poncista y es julista y acabará siendo talavantista. Pero Matías González es reglamentista, aunque anteayer se equivocara al mantener en el ruedo un inválido de Santa Coloma. Ayer no sé si se equivocó con el Juli, pero se equivocó, reglamento presidencialista en mano, sin duda, con Enrique Ponce. Es espectacular ver rodar a un toro sin puntilla con un estoconazo en el hoyo de las agujas y así hay que hacerlo; pero la apoteosis de la Puerta Grande, tras haber toreado como toreó Ponce, no puede depender de un centímetro más o menos. !Va por tí, Covadonga!. Pese a tu tomismo, necesariamente de última hora  -o sea del peor José Tomás- Ponce seguirá siendo  tu Ponce. Si lo sabré yo otros  tiempos en Vista Alegre, muy cerquita de tí en la galería de periodistas..

Julián López estuvo rotundo y lidiador. Maestría y oficio. Y mucha crispación de la figura al  enlazar el temple con la ligazón, arte en el que ha llegado a ser un maestro. Y mató como siempre; dando un salto y apuntando al cielo con la punta de la espada; heterodoxo, pero eficaz. ¿Eso no lo comtempla el reglamento, don Matías?. Matías es un hombre recto y ecuánime y si un hombre recto y ecuánime hace determinadas cosas, sus razones morales y técnicas tendrá. Ysi decide no tener en cuenta los desarmes que siempre afean la perfección de una faena, también- Este viejo novillero, insisto, es el mejor presidente de las Españas, pero tiene su corazón humano y  muy sensible; presidentes de corrida y  cronistas, aunque algunos no lo crean, tenemos corazón: palabra. Por eso yo no quiero darle vueltas a la celeridad con la que el mejor presidente de Iberia sacó al segundo pañuelo para Julián López. Pero si el toreo, además de dominio    y temple, fundamentales, es también armonia, levedad, sutiliza y soplo, Julián López no hizo el toreo puro. Trataba de alargar tanto los muletazos que parecía se iba a descoyuntar, a partir en pedazos, en quedarse lisiado para la eternidad. Me gustó más en el toro que no cortó nada.  Me alegra  lo del Juli porque de novillero nunca creí en él, y en las primeras temporadas tampoco. Y ahora creo.    Y no era por llevarles la contraria a Alvarez del Manzano y a Luis María Anson,  que veían en él la reencarnación de Joselito y Belmonte, la unión hipostática de las dos naturalezas del toreo.  Juli siempre fue listo y tan inteligente como Ponce. Por eso han triunfado. Ningún tonto, salvo los políticos venales que se lo hacen  y disimulan,  es capaz de triunfar en nada.

La temperatura y categoría de una plaza la marcan detalles como los que Vista Alegre tuvo ayer con Talavante; pinchó tras una faena más fresca e imaginativa que profunda, pero de inmediata conexión con los tendidos; tras el pinchazo  no salió a relucir ni un puto pañuelo para pedir la oreja; sin embargo,  le obligaron a dar una vuelta al ruedo de las antiguas, de las que son un auténtico trofeo. Bien por Bilbao.

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