Los delincuentes de Caja Madrid
Si el estalinismo y el llamado
socialismo real fue una bomba devastadora contra la ideología que parecía
defender,el comportamiento de la derecha tecnócrata y liberal que nos invade pone en cuestión el
modelo de sociedad en que sobrevivimos.
Dejen de pensar que con la Caida del Muro de Berlín se cavó la
sepultura de una idea emancipatoria malversada.
Los resultados de un liberalismo salvaje, como
salvaje fue la aplicación del marxismo en la Unión Soviética, ha traido la corrupción
sistemática como forma de gobierno: desprecio de la cultura, del teatro
especialmente, y alabanza de la ganancia y el dinero. ¡Viva la corrupción y
abajo los cómicos y la farándula maldita!
Un ejemplo, las tarjetas oro y
plata de los golfos de Caja Madrid y Bankia, con la lumbrera internacional de la
economía mundial, Rodrigo Rato, a la
cabeza. A la cárcel y que antes devuelvan el dinero trincado. Mientras parte de España pasa hambre y se cierran salas de teatro, otros malversan dinero público en caviar, champan y mujeres. Bueno, es una forma de hablar. O no. España ya no es el typical spanish de toros y sol, que nos hizo famosos en el mundo; ni siquiera es la España machadiana de charanga y pandereta. Hoy lo típico de España es el latrocinio y la corrupción a gran escala; la corrupción como instrumento del estado y de los partidos.
Con los millones derrochados por estos
políticos y ejecutivos de platino ¿cuántas salas alternativas de teatro podían
haber sido remediadas? Monumental estafa, punta del iceberg que subyace en los
fondos oscuros. No se dragará el mar porque
la mierda y el lodo atrapan por igual a sociatas y peperos, a sindicalistas y patrones. Y luego
tienen la caradura de refutar y maldecir la irrupción de PODEMOS y de Pablo Iglesias. Ignoro dónde llegarán
esta tropa autoproclamada revolucionaria en la siempre tramposa carrera
electoral; pero son la consecuencia natural, reactiva y emergente, contra una
sociedad colapsada por la corrupción, el paro y el descontento.
Agonía de las salas alternativas.
Según Esther Alvarado contaba el otro dia en el Mundo, está a punto de
desaparecer la Sala Guindalera en la que Teresa
Valentín, Juan Pastor y María Pastor
siguen haciendo un gran teatro; de lo mejor que se ha visto en los últimos
años. Agravio a la cultura que no puede
estar solo al albur de la oferta y la demanda; la oferta es insuficiente para
cubrir gastos y aunque la demanda sea absoluta, no hay bastante. Visa, aunque
sólo sea de bronce, para Guindalera, Tribueñe y todas las alternativas. Puede que con una Visa
Oro de los consejeros delincuentes de Caja Madrid y Bankia pudiera remediarse
un sector importante del teatro de
Madrid. Y tarjeta también para El Sol de York definitivamente sentenciado; “el
otoño de nuestra desventura se vuelve verano son este sol de York”. Mentira;
las olas del océano inmenso se han tragado la excelente programación de Javier
Ortiz. Aquí ya no se respeta ni a Shakespeare
y mucho menos a Ricardo III que según una reciente novela de misterio, no era
ni tan monstruoso ni tan desalmado. Josephine
Tey demuestra en La hija del tiempo, considerada
la mejor novela de misterio de la historia, que el monstruo lo era menos y que no asesinó a sus
sobrinos. Hay tres novelas que me han interesado
este verano: La citada sobre Ricardo III;
La soledad, de Natalio Grueso, un conmovedor viaje alrededor del mundo y sus
culturas, de un solitario; y Rojo Perla, del siempre vitriólico Jesús Pardo que sigue en su sátira
feroz de la moral convencional y del periodismo servilón y a sueldo del poder. La soledad saldrá en la próxima entrega
de blog; y Rojo Perla en la
siguiente.
Otro Amestoy en el teatro.
Se trata de Alfredo, la celebérrima estrella de una televisión pasada, y
seguramente, mejor en muchos aspectos. Alfredo
Amestoy es hermano de Ignacio
Amestoy, uno de los autores claves del actual teatro español. Alfredo presentó el otro dia, en un gran acto
social, en el Muñoz Seca, de
Cornejo, su obra En el cielo no hay Chanell, título que nos enseguida nos remite a Marylin
Monroe y su minimíso “traje” de dormir. Y, por derivación a su marido Arthur Miller. Alfredo Amestoy sitúa su
aventura en el limbo, como Dante Alighieri
en la Divina Comedia la sitúa en
el Infierno. Por allí andan, con sus teorías, sus filosofías y sus ideas
políticas a cuestas, gentes domo Freud,
Einstein, Groucho Marx, Arthur Miller, olvidado de la tragedia como
esperanza, Marylin, sin poder
desprenderse del aire de la rejilla de
metro, que gloriosamente le descubría las bragas; un Dramatis personae, en verdad fascinante. Elogio de la inteligencia judía
sin desdeñar al infiel. Una cultura verdaderamente enciclopédica y, como
ilustración de lo que puede dar de sí esta obra en escena, la lectura dramatizada
de unas páginas por parte de Victoria
Vera y de Pepe Martín.
Coincidí con Arthur Miller un año en los Sanfermines de Pamplona, con motivo de una
magna exposición de su mujer, una fotágrafa de fama universal. Estaba más
centrado esos días en los encierros que en el teatro. David Loaysa, el escenógrafo e iluminador, alumno entonces de la
Resad, le hizo una foto en el balcón del Ayuntamiento, en la Cuesta de Santo Domingo,
que el Mundo publicó a bombo y platillo.
Alfredo Amestoy hace descender a la tierra, juntos y en unión, a la Monroe y al Che Guevara, original pareja que,
aparte la intención de redimir a la humanidad, podrían redimirse mutuamente de
posibles errores cometidos antes. ¡Bienvenidos!. A ver si un dia quedamos en el
Café
Gijón y nos tomamos una copa. Sería un pelotazo para mi reciente libro Historias Canallas del Gijón. El
ambiente en el Muñoz Seca, en la lectura de Victoria Vera y de Pepe Martín, de
Puerta Grande.
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