Rapto y secuestro
La diferencia es muy sencilla; el rapto es un secuestro con finalidad sexual con violencia y menoscabo de la dignidad de la víctima. Viene esto a cuenta de una divertida controversia que ha tenido lugar en las redes. Una comunicante al referirse a una persona que, al parecer, le gusta mucho, afirmaba taxativamente; "yo no secuestro, rapto". Está en su derecho y, dado el contexto en que se manifestaba, absolutamente legítimo y digno de alabanza. Yo también raptaría con la esperanza de que la aventura no quedara en secuestro simple. Puede darse el caso de que el rapto sea consentido; si hay complicidad no hay violencia. Trato la cosa como mera cuestión lingüística. Para no entrar en disquisiciones bizantinas, El rapto de las sabinas, por ejemplo.
Los primeros romanos de Rómulo y Remo eran casi todos hombres; necesitaban no sólo placer, que podían entenderse entre ellos, sino descendencia. Invitaron a un banquete a la tribu de los sabinos y cuando ya estaban, se supone, un poco colocados los echaron a la puta calle y se quedaron con sus mujeres. Esa es la clave del asunto: necesitaban mujeres y las secuestraron para satisfacer sus apetitos. En el Museo del Prado hay un magnífico cuadro sobre el asunto y con el mismo nombre.
Plenitud posible.
La diferencia es muy sencilla; el rapto es un secuestro con finalidad sexual con violencia y menoscabo de la dignidad de la víctima. Viene esto a cuenta de una divertida controversia que ha tenido lugar en las redes. Una comunicante al referirse a una persona que, al parecer, le gusta mucho, afirmaba taxativamente; "yo no secuestro, rapto". Está en su derecho y, dado el contexto en que se manifestaba, absolutamente legítimo y digno de alabanza. Yo también raptaría con la esperanza de que la aventura no quedara en secuestro simple. Puede darse el caso de que el rapto sea consentido; si hay complicidad no hay violencia. Trato la cosa como mera cuestión lingüística. Para no entrar en disquisiciones bizantinas, El rapto de las sabinas, por ejemplo.
Los primeros romanos de Rómulo y Remo eran casi todos hombres; necesitaban no sólo placer, que podían entenderse entre ellos, sino descendencia. Invitaron a un banquete a la tribu de los sabinos y cuando ya estaban, se supone, un poco colocados los echaron a la puta calle y se quedaron con sus mujeres. Esa es la clave del asunto: necesitaban mujeres y las secuestraron para satisfacer sus apetitos. En el Museo del Prado hay un magnífico cuadro sobre el asunto y con el mismo nombre.
Plenitud posible.
No existe vida plena sin sexo satisfactorio.
Pero también es cierto que la relación profunda entre un hombre y una mujer, una
mujer y otra mujer, o un hombre y otro
hombre, es posible sin que haya sexo
de por medio; he confiado en la amistad abierta y profunda de mujeres
que me hicieron cómplice de sus dichas. Y
de sus desdichas; de las infinitas dulzuras de Safo que, en tiempos oscuros, podían haberlas
conducido a la hoguera. En la Oprobiosa, cuando Franco algunas mujeres militantes vivieron doble clandestinidad, política y sexual. En
estas cosas el PCE, por ejemplo, era tan intolerante como la derecha que quería destruir.
Por lo que a mí respecta, en cuanto a
mujeres, la experiencia me ha dado un sentido
antoniomachadiano de las mismas:
“Ni un seductor Mañara, ni un
Bradomín he sido/ Mas recibí las flechas
que me asignó Cupido/ y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario”. A veces
me inclino más por la vía sonámbula y epicureista del otro Machado, Manuel: “Yo soy de aquellos hombres/ que a mi tierra
vinieron,/ soy de la raza mora/ vieja amiga del sol/ que todo lo ganaron/ y
todo lo perdieron./ Tengo el alma de nardo / del árabe español.(…) Besos, pero
no darlos”
Carpe
diem
Hay que aprender a vivir en cada
momento. No hay pasado desde el momento que un presente libre y nuevo anula una existencia indeseada.
El pasado no importa si somos capaces de ajustar cuentas con él desde nuestra
propia conciencia. Tengo en la cabeza maravillosas historias para escribir, una novela de la cual no seré capaz. Me
vaticinaron hace tiempo que nunca escribiría una novela, que solo valgo para
la inutilidad del poema de amor. El
protagonista empieza diciéndole a una amada perpleja e
indecisa; “tú eres quien eres y
no aquella que, para tu mal, crees o
creías ser. Y si así eres enemiga de tí, como tu misma te dibujas, yo te describiré
perfecta no importa cómo. Sé tú la maga de tus indecisiones y yo seré el brujo
de mis lealtades”. Esto ¿es novela o es poema?
Topos,
expías y blindaje posicional
Le
Carré me cerca sin salida. Y la gente de Smiley. Malos momentos para mi ánimo frágil y confiado. Veo la
película El topo, releo de urgencia
la novela. Le Carré envía mensajes frios, optimistas y de probada eficacia, como es su obligación
de diplomático y expía de alto rango. Más que en la lealtad confía en el
blindaje y la seguridad de sus posiciones; dice un hombre de Smiley; “serás
invulnerable si tienes un secreto sobre tus adversarios más grave que los que
ellos puedan tener de ti”. Sucia Guerra Fria de sentimentalides.
Dias
raros sin hacer mudanza.
Días extraños para mí; sensación de
desarraigo; no estar en esa parte del
mundo a la que pueda pertenecer y, en cambio, estar en miles de sitios a los
que no pertenezco; un hombre deshabitado de sí mismo. Mi amiga siquiatra,
me dice que tengo bajas las defensas del
espíritu; pero no le da más importancia.
La
amiga inventada
Releo sin respirar, enteras, Cartas
a una amiga inventada, libro que nunca
podré escribir porque ya está escrito. Saint-Exupery
se me adelantó. De escribirlo nuevo, lo
haría a mano con buena caligrafía adornada de flores y letra gótica. Y lo pondría en un Museo para que la gente,
aunque no lo leyese, acariciase sus
hojas.
Pues qué pena de novela si se queda sin llegar a ser escrita por tan magnífica pluma.
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